Además de la falla, el barrio cuenta desde hace muchos años con dos Asociaciones de Vecinos. No una, no, sino dos. Claro que cuando surgió la Asociación de Vecinos El Grao, la Asociación de Vecinos de la Avenida Baleares estaba separada por las vías y, al desaparecer éstas, quedaron las dos asociaciones con las sedes muy próximas. No pasa nada, porque donde no llega la una alcanza la otra.

Surgió la banda de música como una actividad más de la Falla. Recuerdo también los famosos y bellísimos belenes que cada año diseñaba y realizaba Julio Safont, bien ayudado por Arturo Sáez. Año tras año se llevaban siempre el premio de Belenes Modernos de la Junta Central Fallera.

Bueno pues, con objeto de ampliar la oferta cultural de la Falla, una serie de aficionados a la música decidieron crear en el seno de la sociedad una banda de música. Los impulsores, José Vicente que tocaba el saxo, Gregorio Garrido que había tocado en tiempos creo que el requinto, buen trompeta era un sobrino del Sr. Onofre cuyo nombre no recuerdo, Arturín y sus ciento y pico quilos tocaban el bombo, cómo no, y por el bajo se decidió Juan Mañez, seguramente el principal impulsor del proyecto.

Inmediatamente se apuntaron como educandos numerosos jóvenes. Y pronto estuvieron en condiciones de amenizar los primeros pasacalles falleros. Entonces ocurrió que la Banda fue adquiriendo mayores proporciones, sin duda debió haber algunos roces personales que desembocaron en la desvinculación de la Banda de lo que era la Falla, en una excisión que dejó heridas en ambas partes. A veces en el seno de una misma familia. Desde entonces ambas instituciones han funcionado por separado, lo que no es bueno.

La Banda adoptó la denominación de Santa Cecilia del Grao y, en calidad de colaborador de ambas sociedades, me gustaría hacer un llamamiento para que se limen asperezas, y se superen enfrentamientos pasados, pues el barrio es pequeño y no es cuestión de andar cuatro por cinco calles.

Cuando trasladamos la farmacia del bajo del número 22 de la calle Méndez Núñez donde siempre habíamos estado, hasta el número 15 de la misma calle, donde hoy estamos, vino D. José Mera, sacerdote de la vecina parroquia de San Mauro, para bendecir el nuevo establecimiento, y amenizó el acto la Banda de Música que luego no nos quiso cobrar nada por la actuación. Fue a primeros de diciembre de 1999, y tomamos champán y psatelitos. Curiosamente, a los pocos días fallecía nuestro amigo Juan Mañez. Descanse en paz.

Dos palabras más sobre Juan. Todos conocimos lo bondadoso de su carácter y su afición por la música, pero también por la caza, gusto que ya le cogió con cierta edad. Enterado en cierta ocasión de que también me gustaba la caza. Sólo cacé dos años. No paró hasta que un domingo subimos a dar una vuelta con las escopetas a un pedazo que habíaquedado libre de acotación entre Manzanera y Alcotas, en el sur de la provincia de Teruel.Allí subimos con Arturin Ríos y Emilio Cuadrado. Aún no habíamos bajado del coche y pasó por delante de nuestras narices una bandada de perdices. Ya no las olimos en todo el día, y es que ir a la perdiz sin perros ... Lo resolvimos con una buena chuletada con ajoaceite y vino, que las penas con pan … son menos.

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