La dermatitis atópica (DA), también llamada Eczema infantil, es una manifestación cutánea que aparece en pacientes que padecen un cuadro complejo llamado Atopia. Esta patología, además de la piel (dermatitis) puede afectar a otros órganos produciendo: rinitis, conjuntivitis o asma bronquial. Los cuales muchas veces van asociados.
Es un problema dérmico muy frecuente que desgraciadamente va en aumento. Muchos padres la conocen bien pues la sufren en la piel de sus hijos. Hay que comentar que el término de Atopia ya se introdujo en el siglo XIX. Se consideró como una respuesta del organismo “fuera de lugar”, traducción literal del griego ατοπία. Es decir, un tipo de hipersensibilidad alérgica sin causa conocida. A día de hoy seguimos sin conocer la etiología de la DA, aunque las teorías actuales se decantan por considerarla una enfermedad de carácter multifactorial, en la que se engloban ciertos elementos a tener en cuenta, como los que vamos a exponer a continuación:
- Condición genética hereditaria. La Atopia es una enfermedad que se hereda de padres a hijos.
- Factores inmunológicos. Se observa una respuesta exagerada del sistema inmunitario en la piel. Esta primera capa protectora de nuestro organismo no es capaz de cumplir con solvencia su función principal: ejercer como barrera protectora. Las células de la pared epidérmica se desunen dejando orificios o poros que van a originar, por un lado una evaporación o salida del agua del interior del organismo que ocasiona una importante sequedad con un picor intenso; y por otro, la mayor facilidad de entrada desde el exterior de bacterias, alérgenos, virus… Esto último se potencia mucho con el rascado, llegando a producir heridas e infecciones.
- Factores ambientales: el clima, el estrés emocional, la falta de higiene…
La DA es una enfermedad inflamatoria, crónica, eczematosa, no contagiosa y que evoluciona a brotes. Esto es, presenta unas fases de empeoramiento y otras de calma. Estos ciclos se regulan en función de los factores desencadenantes, los cuales se interrelacionan entre sí.
Las manifestaciones clínicas comienzan en los primeros meses de vida y van a permanecer hasta los 8 o los 10 años. Debemos aclarar que el paciente que nace atópico lo es para toda la vida, aunque con menos afecciones clínicas en la mayoría de los casos. Las lesiones van a depender de la edad, de la fase evolutiva en que se encuentre, igual que de su localización.
Imitación pared epidérmica piel sana Imitación pared epidérmica piel atópica
El síntoma típico es el prurito, incluso entre brotes. Este picor intenso perturba la calidad de vida del niño –y por ende de la familia– dificultando su sueño. Puede originar, debido al rascado crónico, infecciones añadidas y lesiones residuales tipo cicatricial. Las lesiones cutáneas son placas de eczemas, rojas, secas y escamosas. En el lactante son más generalizadas a nivel facial, de miembros y de tronco. En la edad infantil se localizan típicamente en pliegues antecubitales y huecos poplíteos. Otras lesiones que también son frecuentes de la DA son unas máculas blancas y secas llamadas pitiriasis alba. Estas lesiones que acabamos de describir, aparecen sobre una piel seca, áspera, pálida que se conoce xerosis.
Niño con placas de eczema en mejillas
El tratamiento va a depender del estadio evolutivo. Es decir, según se encuentre el paciente en una fase aguda o brote, o bien en una fase de calma. En ambas el tratamiento se basa en controlar los factores que empeoran la dermatitis y en restaurar la barrera epidérmica.
Lesiones de rascados
Situaciones que debemos controlar para mejorar la calidad de vida del paciente con dermatitis atópica:
- Debemos evitar las temperaturas extremas, tanto por frío como por calor excesivo. Ambientes muy secos tampoco son recomendables. Generalmente los factores climáticos repercuten mucho en esta patología, en invierno suelen empeorar mientras que en verano la tendencia es a la mejoría.
- Debemos evitar los agentes irritantes y todo tipo de alérgenos.
- Por descontado, las circunstancias personales afectan la DA. La hiperhidrosis (sudoración excesiva), las cambios emocionales, el estrés… Todos estos factores pueden desencadenar un brote con todo lo que ello conlleva
Se recomiendan las ropas de algodón o tejidos naturales que transpiran mejor. Evitaremos lanas, prendas con mucho pelo y los tejidos sintéticos. Una dieta saludable sería lo ideal, pues las intolerancias son frecuentes en estos pacientes. Por supuesto, se deben restringir los alimentos que potencian el picor: fresas, plátano, chocolate…
Se aconseja más la ducha que el baño. El agua a temperatura media, de corta duración y no con una frecuencia excesiva. Debemos realizar un buen aclarado para que la piel quede completamente limpia. Por supuesto, con geles específicos para dermatitis atópica. Además, como complemento a la higiene, usaremos una buena crema emoliente y reparadora que restaure la epidermis. El momento ideal para extenderla es después de la ducha.
En los brotes agudos con empeoramiento, el tratamiento básico se queda corto e insuficiente. Hay que añadir corticoides tópicos y antihistamínicos, que son de elección y, a veces, también el Pimecrolimus de mantenimiento. Todo esto bajo prescripción médica. Este último inmunosupresor se reserva para casos en los cuales los empeoramientos o rebrotes sean frecuentes. También a veces se requiere la administración de antibióticos, locales o sistémicos según se precise, cuando haya complicaciones infecciosas por el rascado.
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Desde la Farmacia Online De Jaime de Valencia, esperamos que esta breve aportación al conocimiento de la dermatitis atópica haya sido de su interés.
Carmen Ruiz Doménech
Dermatóloga
José María de Jaime Ruiz
Farmacéutico