Recordamos perfectamente el primer día que abrimos la oficina de farmacia. Era la mañana del 5 de mayo de 1978, y estaba acompañado de mis padres y de mi hermano Jesús. La víspera habíamos terminado de colocar los medicamentos y los productos sanitarios en las estanterías y cajones. Impacientes esperábamos la llegada del Inspector D. Agustín Llopis. Nos vio muy nerviosos y nos relajó enseguida con su proverbial tranquilidad: “No te preocupes, pareces serio. Lo harás Bien.
Prácticamente era el primer día que estábamos en una oficina de farmacia. En la carrera no se hacían entonces este tipo de prácticas, y no teníamos antecedentes farmacéuticos familiares. Todo lo más había ido a ver las farmacias de algunos amigos.
En el barrio había un poco de curiosidad. ¿A quién se le habrá ocurrido venir a poner una farmacia a este sitio? Llegaron los primeros clientes esa misma mañana. Recetas de la Seguridad Social, verdes del Régimen General con aportación, y rojas de Pensionistas que no pagaban. Mi madre me miró rara cuando di un medicamento a un pensionista sin cobrarle. Todos los allí presentes mirábamos y remirábamos las recetas para asegurarnos bien de lo que se dispensaba. Había de todo, como en botica, recetas con buena letra, recetas con malas letras, recetas absolutamente ilegibles.
Poco a poco pasó la mañana, y la tarde. Hice la primera caja y registré en el libro los ingresos. Los primeros de nuestra vida. En unos momentos dramáticos, pues debía todo, absolutamente todo, a almacenes, bancos y a mi padre que me adelantó también algún dinero.
Los años han ido pasando. Hoy, próximos a cumplir los 40 años de edad farmacéutica, me acompaña Nicolás, que lleva felizmente con nosotros tantos y tantos años, mi hijo Pepe y su esposa Eva, que han dado un impulso extraordinario a nuestra modesta empresa familiar, sin los cuales hoy no puede comprender, y, ya más recientemente, se ha incorporado también Ester. A todos ellos muchas gracias.
Pero especialmente debemos darlas a nuestros vecinos, verdaderos amigos que no clientes, con quienes hemos compartido estas hermosas cuatro décadas de nuestra vida. Como también a todos vosotros que nos visitáis por cientos diariamente en nuestra versión online, y que, tal como nuestros vecinos, sois ya nuestros amigos. La distancia en el siglo XXI pasa a un segundo plano. A todos vosotros, gracias de corazón.
Atrás han quedado años y años con el ferrocarril atravesando el barrio, con la venta de droga en las antiguas casas viejas, con sus problemas subsiguientes con robos y atracos incluidos. Gracias a Dios todo esto ha quedado atrás. Como atrás queda un rico anecdotario de jugosas aventuras que han jalonado todos estos años, que desde aquí os invitamos a conocer desde este enlace.
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Hasta que tengamos la fortuna de cumplir otros cuarenta años trabajando juntos. Gracias de nuevo y un fuerte abrazo a todos.
José María de Jaime Lorén
Farmacéutico Titular Fundador Farmacia de Jaime