EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS PROBLEMAS SANITARIOS EN EL CASCO ANTIGUO DE SEGORBE (CASTELLÓN, ESPAÑA)

José María de Jaime Lorén

I.H. Ángel Ayala. Universidad Cardenal Herrera-CEU (Valencia)

VII Seminario Internacional. Conferencia de las Ciudades Históricas del Mediterráneo

Lorca, 5 y 6 de noviembre de 2004

 

“ ... A nueve leguas de Valencia, en el antiguo camino de esta ciudad a Zaragoza, y cinco de Sagunto, en donde hoy dicha carretera enlaza con el ferrocarril de Valencia a Barcelona, al oeste y cerca del famoso Idubeda, se halla una hermosísima llanura casi circular de una a dos leguas de diámetro, rodeada de pintorescos y aún elegantes montes, regada por el río Palancia, con la copiosa fuente de la Esperanza, que desde su nacimiento lleva más agua que muchos arroyos llamados ríos, y por multitud de otros más pequeños manantiales. Dentro de este valle se eleva un cerro casi verticalmente por su parte norte, y formando por la del mediodía un plano blandamente inclinado.

Difícil sería encontrar lugar más excelente y propicio para que se detuviesen en él los primeros pobladores que llegaron, buscando pasto para sus ganados, alimento abundante y sano para sus familias, recreo a los ojos, estímulo a la contemplación y defensa fácil y segura contra toda clase de enemigos ...”

(Francisco de Asís Aguilar[1])

Situada en el valle medio del río Palancia, para describir hoy la situación geográfica de la ciudad de Segorbe perfectamente podemos aprovechar estos párrafos que tomamos de la obra que el obispo Aguilar compuso a fines del siglo XIX. Cabeza del partido de su nombre, de la comarca del Palancia y sede episcopal desde tiempos inmemoriales, dispone de una extensión de 108 kilómetros cuadrados y una población absoluta que rebasa los ocho mil habitantes.


Algo de historia

Considerada una de las poblaciones españolas más antiguas, como atestigua la declaración reciente como Bien de Interés Cultural o las numerosas excavaciones arqueológicas practicadas en su término, una parte de cuyos restos pueden contemplarse hoy en su Museo Municipal, no hay duda de que los orígenes de Segorbe se remontan plenamente a la Edad del Bronce y al periodo ibérico, si bien hay que esperar hasta la etapa romana para que la urbe empiece a constituirse como una entidad de población importante.

La estructura urbanística de Segorbe es evidente que pertenece al tipo de ciudad episcopal, que surge tras la caída del Imperio Romano y el consiguiente proceso de ruralización y de reducción del número y tamaño de las poblaciones. Se trata de un centro comarcal caracterizado por la presencia de instituciones civiles y de la correspondiente arquitectura eclesiástica, pero, a diferencia de lo que ocurre en las ciudades francesas, italianas o alemanas en que comerciantes y artesanos disputan el poder a los obispos e inician el largo camino hacia fórmulas de administración autónomas, la profunda islamización de la comarca del Palancia y la consolidación de la monarquía cuando se produce su recristianización, hace que su desarrollo vaya por muy diferentes derroteros.

En efecto, el urbanismo de Segorbe queda trazado durante el dominio musulmán y, tras la conquista cristiana del Reino de Valencia, la ciudad episcopal se ve convertida en señorío, ducado y dominio real. Pero Segorbe, como las restantes ciudades y villas del medievo europeo, independientemente de que ejerciera su dominio un obispo, un príncipe musulmán, un señor feudal o un rey aragonés, existió y pervivió porque existieron sus murallas[2]. Es decir, durante siglos son las fortificaciones el elemento que define la urbe. Pues bien, en nuestro caso nos sirven precisamente para delimitar el casco antiguo objeto de estudio.

Cuando en el siglo XIX el poder artillero haga inútiles las murallas, y los cambios urbanos que trae la revolución industrial y el ferrocarril obliguen a demoler los viejos muros defensivos, la ciudad de Segorbe proseguirá su crecimiento urbano hasta adquirir su actual configuración.

Como es natural el espacio urbano de Segorbe está mediatizado por la orografía del terreno que le sirve de asiento, que condicionó siempre su desarrollo en torno al cerro de Sopeña donde siempre estuvo el alcázar del castillo, adoptando una forma escalonada siguiendo las curvas de nivel. La urbe se desparrama por la vertiente meridional del cerro en sucesivos abancalamientos hasta el límite marcado por las murallas. Así hasta que en el siglo XIX se rebasen, dando lugar a una doble expansión del núcleo urbano en dirección a la zona del antiguo arrabal de San Pedro y la ladera opuesta del cerro de San Blas, y hacia la actual plaza del Agua Limpia, creando nuevos arrabales o ampliando el anterior, lo que nosotros llamamos Ensanche.

El área de intramuros se organiza siguiendo esta geografía en una compleja trama de callejas estrechas y sinuosas, plazuelas y plazas como las del Ángel, Monjas y Almudín. La trama recuerda su origen musulmán, si bien la nueva mentalidad cristiana desfiguró en parte la antigua traza urbana, sobre todo en lo que se refiere a disposición de espacios públicos y organización de las manzanas de casas[3].


Entorno ambiental

Se asienta Segorbe sobre la falda meridional de una línea de colinas entre las que discurre el río Palancia, cuyo valle se enmarca entre las sierras Espadán y Calderona, dentro del sistema Ibérico general. Su orientación al mediodía permite una excelente iluminación solar durante todo el año, lo cual, unido a los 345 metros de altitud de la ciudad, constituye un magnífico emplazamiento y contribuye a las buenas condiciones climatológicas que disfruta.

Además del caudaloso Palancia que riega a su paso buena parte de los términos que atraviesa, para las necesidades de boca Segorbe cuenta con el manantial de la Esperanza en las proximidades de Navajas que ha proporcionado siempre agua de excelente calidad. En su célebre “Estudio topográfico-médico de Segorbe”, a la que a menudo nos vamos a remitir para conocer el ambiente sanitario decimonónico, el doctor Cayetano Torres señala que el agua de este manantial “es transparente e inodora, sin sabor especial alguno, está bien aireada, marca 22º hidrotrimétricos, es algo blanda y cuece regularmente las legumbres. Resulta, pues, una buena agua potable, en consonancia con lo que la experiencia tiene demostrado” [4].

Hasta tal punto es rico en agua el término de Segorbe que, según este mismo doctor, en 1874 contaba la ciudad, además de las 18 hileras de agua que salían del manantial de la Esperanza y de los afloramientos naturales del Argén y de Capuchinos, con otras 18 fuentes públicas y 200 particulares, para las que ya por entonces eran “numerosos los acueductos y sus ramificaciones que atraviesan las calles”.

El clima responde perfectamente al tipo mediterráneo con una suave continentalización que da algunas heladas, sobre todo en el mes de marzo, y calores fuertes en julio. Su atmósfera es generalmente limpia, sin rastros de contaminación de humos, dada la escasa industrialización de la zona, ni de nieblas o vapores acuosos pues por la elevación del casco urbano se halla expuesto a los vientos dominantes, SE o mareta y NO o cierzo, que suelen tener siempre bien ventilada la atmósfera.


La Laguna o Prado

En la citada descripción que el doctor Cayetano Torres dedica a Segorbe señala que, prácticamente, el único aspecto insalubre de la ciudad lo proporciona la Laguna o Prado, masa de agua situada sobre dos kilómetros al sur de la población sobre un lecho arcilloso que retiene las aguas pluviales y de riego. Ocupa una superficie de unas 7 hectáreas que aumenta o disminuye en función de las lluvias, en la que crecen con abundancia cañas y otras formas de vegetación lacustre.

Como es costumbre en la literatura médica de la época, la condición de agua estancada y pantanosa le lleva a considerarla como un reconocido foco de paludismo, por lo que propone su saneamiento por medio de la desecación, si bien reconoce que “Las emanaciones de la Laguna parece que no alcanzan al casco de la ciudad, pues que el viento dominante las desvía por lo común hacia la izquierda”.

Años después de procederse a la desecación de este Prado, por supuesto por causas meramente económicas que nada han tenido que ver con el hipotético paludismo de que nos hablaba este doctor, nos permitimos evocar de nuevo sus palabras para conocer el valor mediambiental que llegó a alcanzar este humedal: “La laguna de este término es visitada por cuantas variedades acuáticas concurren a la Albufera de Valencia y que han sido enumeradas en un catálogo publicado por el doctor Vidal”[5].

Es posible que la comparación con la fauna de la Albufera resulte un poco exagerada, de todas formas es triste que se perdiera este Prado, total por aumentar por un tiempo el rendimiento de las explotaciones agrarias de la zona, que hoy, curiosamente, yacen bajo toneladas de asfalto de la autovía a Aragón. Cuando se busca recuperar el patrimonio medioambiental que pongan en valor nuestro territorio, es bueno recordar lo que hace apenas unas décadas dejamos perder.


Vivienda y entorno urbano

Hasta que entre los años finales de la década de los sesenta y principios de los setenta Segorbe abandona mayoritariamente la condición agrícola y ganadera, la estructura de su urbanismo, especialmente en lo que respecta al casco antiguo, en el que generalmente vivía la clase campesina, responde perfectamente al de una pequeña ciudad campesina.

En general la parte vieja de la población ha estado constituida por grupos de edificios próximos, cuyos tejados vierten las aguas de unos a otros hasta caer en pequeños corrales o patios descubiertos que, con el transcurso del tiempo, han sufrido estrechamientos y reformas para contener el crecimiento del número de habitantes, dentro siempre del mismo perímetro. Razón impuesta de antiguo a la pobreza, que explica el que la generalidad de las antiguas casas de la ciudad fueran antaño tan pequeñas y mal acondicionadas.

Volviendo de nuevo a Torres Fornes, hasta hace unos pocos años el labrador segorbino ha vivido “en casas que formaron parte de edificios antiguos, subdivididos de mil modos que han llegado a dejarle poco menos que encastillado en pisos altos”. La reducida planta baja apenas bastaba para contener los aperos de la labranza, la entrada a la vivienda era la misma que la del gallinero y la cuadra en la que el animal de labor disponía de muy exiguo espacio, “La ventilación se halla tan lastimosamente olvidada en estas viviendas, que las ventanas interiores dan paso más que al aire y luz a las emanaciones de los corrales”. Esta circunstancia, unido a una incorrecta alimentación, solía ser causa de escrofulismo y otras dolencias.

Hasta la instalación del agua corriente y los correspondientes sistemas de desagüe, la mayor parte de estas viviendas carecían de retrete y sus moradores despachaban sus necesidades fisiológicas en el corral. El único detalle positivo que encuentra en esta disposición, es que las habitaciones se ubicaban en los pisos superiores, lejos por tanto de las emanaciones de las cuadras y corralizas.

Con todo debemos matizar un poco estas opiniones, ya decimos, características de un momento determinado de la medicina española en el que dominaba la sensibilidad hacia las patologías infecciosas. Hoy estamos en condiciones de revisar este criterio, pues no tenemos dudas de las ventajas que también ofrecía el diseño de la vivienda tradicional segorbina, que durante siglos había resuelto satisfactoriamente las necesidades habitacionales de sus campesinos. Al menos dentro de las posibilidades que ofrecía el diseño urbano de la ciudad.

Según estudio realizado por el arquitecto Enrique Martín[6], la vivienda tradicional de Segorbe consta generalmente de tres plantas levantadas sobre solares que rara vez superan los 50 metros cuadrados. En la planta baja, efectivamente, se distingue una primera zona que sirve de almacén de aperos de labranza, y otra posterior levemente hundida que hace de cuadra para todo tipo de animales domésticos y de retrete para sus dueños.

Por una escalera empinada se asciende a la segunda planta en la que se encuentra la sala comedor, donde se desarrolla la vida familiar pues hace también las veces de cocina al tener allí el hogar, y un par de alcobas dormitorio. Un nuevo tramo de escaleras similar al anterior lleva a la planta superior, cambra o porchada, donde se almacenan los productos de la cosecha.

La gran ventaja de esta disposición es la resolución del problema de calefacción en el invierno, al disponer en la planta de vivienda del calor que proporcionaban abajo los animales de la cuadra y del aislante superior de la cambra cerrada. En verano, sin embargo, se dejaba bien ventilada con lo que se ganaba en frescor. Los muros gruesos y macizos, las fachadas estrechas con aberturas pequeñas pero orientadas de forma que penetrase bien el sol del invierno, facilitaba este aislamiento térmico tan ventajoso.

Se queja de nuevo Torres de la disposición general de las calles “estrechas, tortuosas y desniveladas ... burlando las condiciones del ornato y pública salubridad”, y, ciertamente, pone el dedo en la llaga sobre la parte de culpa que corresponde a los munícipes que, hoy, como ayer, como siempre, atienden al “favoritismo del propietario, inspirado en las conveniencias políticas”, poniendo valientemente como ejemplo la carretera de Sagunto a Teruel y la calle del Agua Limpia.

Lamenta también la suciedad de las calles que achaca a los siguientes factores[7]:

  1. Destrucción del empedrado por el uso y por la canalización subterránea de las aguas
  2. Mal encauzamiento de las aguas de lluvia en las vertientes
  3. Carencia en muchas casas de sumideros para aguas sucias que vierten directamente en la calle
  4. Malas costumbres higiénicas del vecindario
  5. Falta de mingitorios públicos ...

En cuanto a las actividades profesionales, en Segorbe nunca han faltado un número apreciable de licenciados, mayoritariamente eclesiásticos al arrimo del obispado (sobre 200 nada menos, seminaristas incluidos), junto a comerciantes, artesanos y, sobre todo, labradores que conforman la clase más abundante. La propiedad ha estado siempre bastante repartida, siendo pocos los que han podido vivir exclusivamente de sus tierras y muchos los que precisaban además el complemento de algún jornal.


Demografía y mortalidad infantil

De complexión orgánica fuerte para soportar los rudos trabajos del campo, el segorbino ha tenido también notable resistencia ante las enfermedades. Buen comedor, según las noticias de Torres el labrador se desayuna con aguardiente, almuerza a las ocho de la mañana, come a las doce y cena al anochecer. Como el almuerzo y la cena suele ser con frecuencia en el campo de fiambre, para la cena se reservaba la clásica olla de judías, arroz y patatas con un trozo más o menos huesoso de carne. La bebida usual era el agua, aunque ello no impedía un consumo de vino de cerca de medio litro diario por vecino[8].

Veamos ahora el número de habitantes que contaba Segorbe según los censos y años siguientes[9]:

  • 1747: 2.579 habitantes (Censo o Matrícula según orden de S.M., no incluye los menores de 12 años)
  • 1787: 4.225 habitantes (Censo Español del Conde de Floridablanca)
  • 1797: 5.353 habitantes (Censo de la Población de España executado de orden del Rey)
  • 1857: 7.803 habitantes (Censo de la Junta Nacional de Estadística)
  • 1860: 7.958 habitantes (Censo de la Junta Nacional de Estadística)
  • 1887: 7.440 habitantes (Censo de la Junta Nacional de Estadística)
  • 1900: 7.045 habitantes (Censo de la Junta Nacional de Estadística)

Aunque está bastante incompleta la serie de Quinque Libri del Archivo de la Catedral de Segorbe, vamos a destacar entre 1729 y 1864 los fallecimientos de niños, angelicos, en relación con los de adultos[10]:

Años Angelicos muertos Total defunciones % Angelicos / Total
1729-1760 2.228 4.203 53,00
1783-1793 1.085 2.035 53,31
1843-1864 2.403 4.261 56,39

 

Teniendo en cuenta que la mortalidad infantil anual oscilaba aproximadamente entre 60 y 70 niños, unos años con otros, lo mismo prácticamente que la mortalidad de los adultos. Dentro de la altísima tasa de fallecimientos en las primeras edades de vida, algunos años fueron especialmente graves como los que citamos a continuación dejando entre paréntesis el número de angelicos muertos: 1729 (159), 1744 (147), 1760 (193), 1785 (146), 1787 (129), 1790 (205), 1793 (134), 1843 (142), 1845 (124), 1848 (209), 1849 (122), 1850 (107), 1851 (143), 1588 (257), 1857 (127), 1858 (164), 1859 (155) y 1860 (208).

Como es de suponer, en la mayor parte de estos años cabe atribuir tan altísima mortalidad a diversas epidemias que asolaron la ciudad, y que se ensañaron preferentemente con la primera edad, sin duda la población más sensible, sobre todo teniendo en cuenta las deficientes condiciones de salubridad que se daba en la mayor parte de los hogares de Segorbe. Veamos a que años corresponden estos graves brotes epidémicos:

  • Viruela: 1729, 1744, 1785 y 1790
  • Cólera: 1834, 1855 y 1865
  • Sarampión: 1843 y 1848
  • Difteria: 1860

Por su parte Cayetano Torres justifica los años de fuerte mortalidad general de la forma que sigue:

  • 1848: 297 muertos, en parte justificados por las asonadas políticas
  • 1855: 497 muertos, debidos fundamentalmente a la epidemia colérica padecida
  • 1860: 299 muertos, en alguna medida ocasionados por el regreso de soldados de la guerra de África
  • 1865: 321 muertos, tal vez muchos de resultas del cólera sufrido en otras localidades
  • 1868: 372 muertos, explicados por la fuerte mortalidad infantil del periodo
  • 1873: 457 muertos, donde coinciden años de graves sequías y la guerra civil
  • 1879: 273 muertos, causados sobre todo por la epidemia de sarampión entre la infancia

En cuanto a la edad en que se producen los fallecimientos, de los 1.796 producidos en Segorbe entre los años 1877 y 1884 objeto de su estudio, nada menos que 382, más del 20 %, mueren antes de cumplir el año de edad; y todavía 435, casi la cuarta parte, lo hacen entre 1 y 5 años de vida. En conjunto la edad media de los difuntos es de 32 años, ciertamente baja, pero no tanto si tenemos en cuenta que en el conjunto de España era de 30 años y de 31 en Francia.

Pese a las altas tasas generales de mortalidad infantil de la época, las cifras de Segorbe, como reconoce Torres, son sensiblemente superiores a lo que cabría esperar, y que justifica en la ignorancia, la miseria y el fanatismo de su entorno familiar. Concretamente apunta las siguientes causas[11]:

  1. Los cuidados deficientes que se prodigan a los recién nacidos pues, pasada la cuarentena, las madres se ven en la necesidad de proseguir su vida normal dejando a los niños deficientemente atendidos, y expuesto sobre todo a las afecciones del aparato respiratorio
  2. Aunque la lactancia se desarrolla a la entera satisfacción facultativa, el destete suele hacerse con cierto retraso y bruscamente. Es decir que el infante pasa de alimentarse exclusivamente de la leche materna a no probar jamás la leche, con los consiguientes problemas gastrointestinales
  3. La temprana edad a la que muchos labradores acostumbran a contraer matrimonio, sin contar con medios de subsistencia suficientes
  4. La mayor fecundidad que se da en las clases más pobres y con rentas menores

Por último, añadimos nosotros, las limitadas condiciones de salubridad de la vivienda y del entorno familiar también influían de forma considerable en estas tasas de mortalidad.

En conjunto estimamos que de los años en que conocemos datos estadísticos, Segorbe se muestra como una ciudad demográficamente deprimida, con una débil y anquilosada estructura económica, y unas condiciones generales de salubridad bastante deficientes, que la hacen muy vulnerable a los desastres naturales (olas de frío, sequías, etc.) y a los no naturales (epidemias y guerras), que repercutieron muy negativamente en su población.

La lenta incorporación en Segorbe de los avances sanitarios, no pudieron contrarrestar la persistencia de las crisis agrícolas ni el bajo nivel de vida de la población, todo lo cual determinará una fuerte mortalidad que frenará el despegue demográfico durante el siglo XIX.


Enfermedades

Siguiendo la precisa topografía médica del doctor Cayetano Torres del final del periodo decimonónico de Segorbe, vamos a considerar por separado las patologías comunes y las específicas o que adquieren consideración de epidemias[12].

  • Enfermedades comunes:
    • Fiebres: catarrales, gástricas y, en mucha menor medida, tifoideas
    • Flegmasias: más frecuentes las del aparato digestivo (gastritis y enteritis abundan más que hepatitis, esplenitis o peritonitis), que las del respiratorio (laringitis, bronquitis, pleuresías y pulmonías), cardíacas (asociadas a reumatismos) o cerebrales
    • Fluxiones: reumatismo, erisipelas, anginas, congestiones, disentería y colera nostras o esporádico
    • Neurosis: neuralgias, histerismos, gastralgias y dispepsias son más o menos frecuentes, y raras las convulsiones eclámpicas, tétanos, corea infantil y epilepsia
  • Enfermedades específicas
    • Lesiones de nutrición
    • Diatesis: herpetismo, escrofulismo, conjuntivitis, cáncer, clorosis, anemia y, sobre todo, reumatismo y tuberculosis
    • Paludismo: muy frecuentes eran las fiebres intermitentes
    • Sarampión: especialmente graves sus epidemias entre la población infantil
    • Escarlatina: menos frecuente, pero igualmente responsable de la muerte de muchos niños
    • Viruela: causa en el pasado de formidables epidemias como la del año 1718, desde que se generalizó la vacunación apenas plantea pequeños problemas a causa de descuidar la revacunación. Sin embargo en la vecina localidad de Altura es todavía causa de muchas muertes por no estar tan extendida esta medida profiláctica
    • Difteria y crup: es decir el garrotillo y las anginas malignas, causa todavía de numerosas muertes en la edad infantil
    • Fiebre amarilla: aunque no conoce que se hayan producido casos en la ciudad, destaca el temor de sus habitantes cuando escuchan que se da en algún otro lugar
    • Peste bubonaria: a pesar de la extrema gravedad que revistió esta epidemia en los siglos pasados, hacía tiempo que había dejado de constituir un problema en Segorbe como en el resto de España
    • Cólera morbo asiático: en el tiempo en que ejercía el doctor Torres era sin duda el azote más terrible y el más justamente temido, por las secuelas de las epidemias de los años 1834 y 1855 que dejaron respectivamente 172 y 215 muertos
    • Otras enfermedades: venéreas (blenorragía, chancro y sífilis), cólicos de plomo e hidrargirismo entre los alfareros, carbunco o pústula maligna en pastores y curtidores, alcoholismo y parasitos de la piel

Terapéutica

Fiel seguidor de las teorías de Hipócrates cuya autoridad saca a relucir a menudo, Cayetano Torres se muestra firme partidario de dejar obrar a la naturaleza del enfermo, a su Physis. Por eso critica con severidad la vieja costumbre de practicar la sangría ante cualquier fiebre sencilla, lo mismo que la tendencia de los naturales a abusar de los purgantes, o a las altas dosis medicamentosas que solían prescribirse, sobre lo que estima que “en esta ciudad surten mejores efectos las medicaciones suaves en armonía con las condiciones orgánicas de sus habitantes susceptibles y excitables, no tolerando bien las dosis fuertes”.

Sobre las farmacias destaca su excelente abastecimiento, e ironiza que “quizá sobren en ellas infinidad de específicos que son comprados por los lectores de la cuarta plana de los periódicos políticos”.

De nuevo aparece su querencia hipocrática cuando se escandaliza de la confianza popular en los antiguos cirujanos, tan amigos siempre de practicar en sus curas desbridamientos y cauterizaciones enormemente cruentas, como si los quejidos del enfermo y lo imponente de su visita realzara el prestigio de aquellos burdos prácticos de la cirugía.

Afortunadamente, en su tiempo ya el ejercicio de la cirugía era exclusivo de médicos licenciados, quienes diagnosticaban con mayores garantías de acertar y, sobre todo, actuaban con mucho mayor rigor séptico[13].


Policía sanitaria

Capítulo del mayor interés para nuestro objetivo de conocer el estado sanitario de la ciudad de Segorbe en tiempos pasados. El mismo Cayetano Torres ofrece una interesante descripción de los principales incumplimientos de normas higiénicas que, entre otras cosas, eran causa de las principales dolencias que afectaban a la población:

  • Incumplimiento generalizado de los reglamentos generales de administración y bandos de buen gobierno relativos a las normas de higiene, a causa de la apatía e indiferencia del vecindario, caciquismo, tolerancia de la autoridad, impunidades, etc.
  • Las acequias de desagüe de letrinas, etc. que atraviesan la ciudad son a la vez acequias de riego, y se limpian como máximo una vez al año
  • Falta de limpieza en calles, paseos y sitios públicos, que se acrecienta en las inmediaciones de la población donde se acumulan escombros, excrementos y despojos
  • Abandono de la policía de abastos que tolera adulteraciones en los productos alimenticios
  • Escasa higiene individual en el régimen de comidas y de limpieza corporal, extensivo al ámbito doméstico, hay “muchas viviendas que son una verdadera síntesis antihigiénica”
  • Tibio cumplimiento de las recomendaciones de los facultativos
  • Notable desinterés municipal por la atención médica a los enfermos pobres, al dejarlo exclusivamente en manos del hospital de la ciudad

Ante este estado de cosas, es evidente que las autoridades de Segorbe trataron en la medida de sus posibilidades de paliar todos estos inconvenientes. A lo largo del siglo XIX se van a promulgar buen número de disposiciones relativas a las cuestiones que estimaban más importantes, tal como se recogen en los Libros de Acuerdos o Actas de Gobierno del Archivo Municipal de la ciudad. Veámoslas por temas[14]:

  1. Agua potable: Durante la primera mitad del siglo XIX preocupó sobremanera el problema de su abastecimiento, recogidas en la documentación como “Acta de Prohomanía de la Acequia de Beber”
  2. Beneficiencia pública: Reflejan la deficiente gestión gubernamental que poco a poco fue sustituyendo a la asistencia eclesiástica de pobres, expósitos y mendigos
  3. Policía sanitaria: Limpieza pública de las calles, control de perros callejeros, industrias contaminantes, baños, abastecimiento de carnes, pescados, salazones, nieve, etc.
  4. Cementerio municipal

La primera mitad del siglo XX

Hasta aquí un somero repaso a los principales problemas sanitarios que en las centurias XVIII y sobre todo XIX afectaron a la ciudad de Segorbe. Es evidente que, aunque no se circunscriben de forma rígida a lo que llamamos casco antiguo, las reducidas dimensiones urbanas que cobijaban los entre siete y ocho mil habitantes que ha venido teniendo la ciudad, nos dan licencia para extender a la totalidad de la misma esta problemática con muy escaso margen de error.

En efecto, hasta bien entrado el siglo XX los segorbinos que vivían en el primitivo recinto amurallado compartían prácticamente las mismas limitaciones sanitarias que los que lo hacían en el arrabal de San Pedro o en el cerro de San Blas. En nuestra opinión, el verdadero arranque de lo que podemos llamar el Ensanche de Segorbe viene claramente delimitado por el área urbana que queda entre la actual calle Navarro Reverter y desde la plaza del Agua Limpia hacia abajo.

Incluso esta zona de edificaciones más modernas, desde el punto de vista sociosanitario pensamos que se aparta poco del resto. Ya hemos comentado que las diferencias entre clases sociales han sido siempre escasamente significativas en la capital del Palancia.

Desde el punto de vista sanitario, el cambio de mentalidad que se venía anunciando al final de la centuria decimonónica se encauza de forma progresiva durante las primeras décadas de la siguiente, tal como se aprecia en la topografía médica varias veces citada. Los índices de mortalidad decrecen de forma evidente de la mano de una mejora en los conocimientos de los facultativos y, sobre todo, del notable incremento higiénico que experimenta la ciudad episcopal.

Para rastrear este cambio nada mejor que las crónicas periodísticas de los corresponsales locales, o el repaso de las Actas Municipales. De forma sintética lo podemos reflejar según la siguiente relación de acontecimientos, en la que entre paréntesis indicamos la fuente de información[15]:

  • 1900, 22 enero: Proyectos municipales para mejorar las condiciones higiénicas de cementerios, escuelas y mercado (Actas Municipales, en adelante AAMM)
  • 1900, 19 febrero: Prohibición de que los ganados pasten en las huertas (AAMM)
  • 1900, 26 marzo: Riesgo de ruina del muro del acueducto de la calle Muralla que trae el agua potable (AAMM)
  • 1901, 26 agosto: El nuevo cementerio de Navajas se construirá en el término de Segorbe previa autorización de la Junta de Sanidad (AAMM)
  • 1901, 7 octubre: Mejoras en el alumbrado público con un total de 3.000 bujías, que con carácter pionero en el ámbito nacional disfrutaba la ciudad desde hacía nueve años, además de las mejoras en el alumbrado particular (AAMM)
  • 1902, 13 enero: Concluyen las obras del nuevo mercado de carnes (AAMM)
  • 1902, 3 marzo: Se vende al público carne de una ternera afecta de glosopeda (AAMM)
  • 1902, diciembre: El gasto generado por la lucha contra la langosta correrá a cuenta de los viticultores, en Segorbe se explotaban 1.228 hectáreas de viña (AAMM)
  • 1906, 14 diciembre: La caída de una pared del antiguo convento de Santa Ana derriba un edificio (AAMM)
  • 1907, 11 enero: Trasladado al manicomio de Castellón de los dementes del hospital municipal (AAMM)
  • 1907, 11 octubre: 237 solicitudes de pobres para recibir asistencia médica gratuita (AAMM)
  • 1908, 24 abril: Detectados varios casos de viruela (AAMM)
  • 1908, 29 mayo: Medidas para recoger y eliminar los numerosos perros vagabundos por medio de un carro con un cajón perrera y dos laceros (AAMM)
  • 1909, 26 noviembre: Protestas de los agricultores por los desagradables olores del cementerio de los burros al depositarse insepultos (AAMM)
  • 1910, 4 junio: Medidas contra sarampión y fiebres tifoideas al aparecer varios casos graves (AAMM)
  • 1910, 14 octubre: Cerramiento con un muro de la fuente de la Esperanza (AAMM)
  • 1912, 19 abril: Solicitud para que no se sacrifiquen cerdos en la vía pública por motivos higiénicos (AAMM)
  • 1913, 22 agosto: Se retira el agua de las fuentes públicas para ayudar a los agricultores en el grave periodo de sequía que padecen (AAMM)
  • 1914, 20 noviembre: Protestas por la atención de forasteros en el hospital (AAMM)
  • 1917, 3 octubre: Propuesta de venta del mercado de carnes (AAMM)
  • 1918: La grave epidemia de gripe provoca numerosos muertos (P. Llorens: Episcopologio)
  • 1921: Se procede a desecar la Laguna o Prado por motivos presuntamente higiénicos
  • 1930, diciembre: Se eliminan los urinarios de la fachada del Seminario (Heraldo Segorbino)
  • 1932, 14 agosto: Los farmacéuticos de Bilbao dan un homenaje al farmacéutico y botánico segorbino Carlos Pau (Heraldo Segorbino)

Revisando toda esta información de carácter sociosanitario, llama la atención como poco a poco decrecen las noticias que tienen que ver con problemas de salud. Vemos como se acumulan sobre todo en las primeras décadas para casi desaparecer en las últimas. Claro síntoma de la generalización en la ciudad de las nuevas normas higiénicas, así como de una mejora evidente en la atención sanitaria. A destacar que la ciudad de Segorbe fue una de las pioneras, a finales del siglo XIX, en implantar el alumbrado público en sus calles principales.

Buenos ejemplos son los proyectos municipales en cuanto a policia sanitaria de aguas, cementerios, escuelas, mataderos, mercados, beneficencia, prevención de zoonosis, traslado de ciertos enfermos a hospitales especializados, mingitorios, alumbrado, etc. No obstante todavía vemos algunas epidemias y casos de gripe, sarampión, fiebres tifoidesas o viruela, importantes sin duda, pero de mucha menor gravedad que las que sucedían en la centuria precedente.

Por fin se acomete la desecación del importante humedal del Prado, con el manido argumento de su insalubridad. Ignoramos los casos de fiebres que se han evitado desde entonces, de lo que no hay duda es que se ha perdido para siempre un ecosistema de gran riqueza faunística. No todo iban a ser adelantos.

Referidas explícitamente al casco antiguo encontramos unos pocos casos de derrumbes o de amenazas de ruina, que confirman de alguna forma la debilidad de las viejas edificaciones de la zona, pero es significativo que se refieran sobre todo a un antiguo convento y al acueducto del agua potable, y no a viviendas particulares que, por la cuenta que traía a los dueños, debían estar bastante mejor arregladas.


La segunda mitad del siglo XX hasta la llegada de la democracia

Salvado el terrible periodo de la guerra civil y de la posguerra consiguiente, en los que las crónicas escupen sin piedad noticias de fusilamientos y de destrozos de un y otro bando, Segorbe recupera poco a poco su impulso vital, y con él la preocupación por mejorar las condiciones de salubridad de sus habitantes. Vamos a verlo una vez más a través de las crónicas periódisticas:

  • 1953, 14 diciembre: Creación del Centro de recepción y distribución de leche en las mejores condiciones higiénicas, con una producción diaria estimada en 1.500 litros de leche de vaca (J. Gutiérrez Bernal: Producciones agropecuarias)
  • 1953: Un estudio antropológico da a la mayoría de los segorbinos ojos oscuros, nariz recta, talla mediana, pelo negro y piel moreno claro (Estudio antropológico de la provincia de Castellón)
  • 1957, 29 agosto: Colas para comprar carne congelada (La Voz de Segorbe)
  • 1963, 21 abril: Se desploma el canal del acueducto del portal de Teruel por donde llegaba el agua potable (J. Faus: Efemérides de gorbe)
  • 1964, invierno: El gobierno cierra el mercado de cerdos con motivo de la invasión de peste porcina africana (J. Serrano Castell: Comercialización de productos agropecuarios)
  • 1965, 5 septiembre: Mejoras en el Centro Sanitario Comarcal con una nueva planta de Tisiología y con un centro maternal (Levante)
  • 1971, 16 abril: Preocupación por la grave situación económica, pues en el último quinquenio cerraron 48 empresas en la ciudad desapareciendo un total de 500 puestos de trabajo aparte de 150 que absorbieron otras empresas (Las Provincias)
  • 1971, 8 septiembre: Inauguración de las obras de defensa del manantial de la Esperanza (Las Provincias)
  • 1974, 13 marzo: Ampliación del centro maternal (Las Provincias)
  • 1975, 17 diciembre: Todas las viviendas tendrán contadores de agua potable para evitar abusos en el consumo (Levante)

Para conocer como era la asistencia sanitaria en el periodo final de los años setenta, contamos con el textimonio personal de los doctores Ana Company y Vicente Aguilar[16], quienes destacan la condición vetusta del ambulatorio de la calle Calvo Sotelo, situado en un primer piso al que se accedía por unas empinadas escaleras, en el que trabajaban dos médicos titulares, uno de cupo, un dentista, un farmacéutico titular que efectuaba las extracciones de sangre y hacía los análisis en su laboratorio, dos ayudantes técnicos sanitarios titulares, una enfermera, una auxiliar clínica y un celador. Había dos salas de consulta donde se atendían en turnos de dos horas los médicos, y en otra habitación anexa se practicaban las curas, extracciones e inyecciones.

El horario del ambulatorio era de 8 a 14 horas y, a partir de entonces, las urgencias y consultas se hacían en los domicilios particulares de los médicos con su propio instrumental y aparataje. Tanto en el domicilio del paciente como en el del médico se atendían accidentes laborales, de tráfico, intoxicaciones y urgencias vitales. La derivación de los pacientes se hacía al Hospital General de Castellón o a los especialistas de dicha capital.

El material usado en el ambulatorio era antiguo y no desechable. Se inyectaba con jeringas de cristal y agujas que se esterilizaban por hervido en agua.

Prosigue lentamente la mejora de la atención médica en la ciudad, sobre todo con la creación de un centro maternal y de diversos aspectos higiénicos. Sin embargo problemas estructurales en la agricultura y en la pequeña industria suponen una gravísima crisis económica al final de los años sesenta, que provoca una fuerte emigración y el abandono de numerosas casas, especialmente en los barrios del Castillo y San Blas, donde siguen produciéndose esporádicos desplomes de edificios.

Segorbe deja de ser una ciudad de agricultores para diversificar mucho más la profesión de sus habitantes, tal como hoy la conocemos, en base a un discreto sector agropecuario y una pequeña y mediana industria complementada con un fuerte sector de servicios.


Desde la llegada de la democracia hasta hoy

Bien, como podremos apreciar enseguida, la atención sanitaria de Segorbe, como sucede en el resto de España, en los veinticinco años de vida democrática va a conocer un impulso como nunca hasta entonces se había dado.

La mejor gestión administrativa a todos los niveles, los adelantos científicos y tecnológicos, el notable incremento experimentado por el nivel cultural de la sociedad, el liberalismo económico que no descuida los deberes sociales, y, tal vez lo más importante, la honesta rivalidad entre partidos políticos para tratar de ofrecer al ciudadano mejores servicios, ha motivado una tremenda mejora en la sanidad española en general y segorbina en particular, como puede apreciarse en el repaso de la crónica de esta última etapa que nos proporciona el cronista de la ciudad Rafael Martín Artíguez:

  • 1982, 15 junio: La justicia confirma el estado de ruina del consultorio médico de la calle Julio Cervera
  • 1983, 4 enero: Comienza a funcionar el servicio de urgencias de la Seguridad Social
  • 1984, 18 junio: Inauguración del Hogar del Jubilado en la Glorieta
  • 1984, 11 octubre: Segorbe dependerá de Sagunto en cuanto a asistencia hospitalaria
  • 1985, 14 junio: Inauguración del nuevo Centro de Salud en la calle Fr. Bonifacio Ferrer
  • 1986, 24 mayo: Inaugurado el puesto de socorro de la Cruz Roja en la carretera de Altura
  • 1986, 11 septiembre: Clausurado el basurero junto a Peñalba
  • 1987, 19 agosto: Considerada no potable el agua de diversas fuentes tras practicar análisis bacteriológicos
  • 1988, 10 enero: Brote de hepatitis en el colegio “Pintor Camarón”, del tipo A y sin aparente gravedad
  • 1994, 11 febrero: La pedanía de Villatorcas recibe el agua potable
  • 1995, 21 noviembre: El servicio de limpieza viaria deja de ser municipal y pasa a manos privadas
  • 1995, 21 diciembre: El ayuntamieto adjudica el servicio de abastecimiento de agua
  • 1996, 13 septiembre: Tanatorio y sala de autopsias en el cementerio
  • 1996, 17 octubre: Concluye la construcción del Centro Sanitario Comarcal
  • 1997, 22 enero: Nuevo depósito para el agua potable
  • 1997, 3 febrero: Primeras intervenciones quirúrgicas en el Centro Sanitario
  • 1997, junio: En cuatro meses los especialistas han atendido 4.744 enfermos en el nuevo Centro Sanitario de Segorbe, y se han practicado 118 intervenciones quirúrgicas
  • 1997, 23 junio: Preocupación por la incidencia de los casos de cáncer
  • 1997, 18 octubre: Desalojada una vivienda del casco antiguo que amenazaba ruina
  • 1998, 2 enero: La epidemia de gripe afecta a un tercio de la población
  • 1998, 9 febrero: El Centro Sanitario tendrá un Servicio de Ayuda Médica Urgente
  • 1998, 28 abril: Plan de protección para el casco antiguo que contempla el derribo de 13 casas y la urbanización de las zonas resultantes
  • 1999, 26 febrero: Segorbe es el municipio de la provincia con mayor número de viviendas rehabilitadas según el Plan de recuperación de centros históricos, con 66 expedientes privados aprobados de los 216 de toda la provincia (30 %)
  • 1999, 9 marzo: La planta de transferencia de basuras tiene ya licencia
  • 1999, 18 junio: La Generalidad construirá una residencia para disminuidos psíquicos
  • 1999, 25 junio: Se adjudican las obras del vertedero de inertes
  • 1999, 1 octubre: Se presenta el proyecto de Centro Ganadero
  • 2000, octubre: La especialidad de urologia se incorpora a los servicios del centro sanitario
  • 2001, marzo: Se constituye el Consejo Municipal de Salud
  • 2002, agosto: Durante el mes de agosto se produjeron nueve casos de legionella en pacientes que residían en el entorno de la Avenida España, no lejos de cierta industria agroalimentaria en cuya instalación de aire acondicionado se detectó finalmente la presencia de la bacteria causante. Ingresados en el hospital de Sagunto, poco a poco fueron recuperándose sin mayores problemas
  • 2003, 3 julio: El pasado mes de junio se han registrado 14 defunciones, cuando la media mensual es de apenas 6’5 óbitos. Se estima que han podido influir los cambios de presión
  • 2003, 4 diciembre: Desde este mes el Centro Sanitario acogerá la especialidad de cardiología

El primer cambio importante con relación al periodo anterior fue la inauguración el 2 de enero de 1983 del Servicio Ordinario de Urgencia que prestaba servicio desde las 17 horas hasta las 9 de la mañana siguiente. Estaba ubicado en los bajos del Centro Maternal de Urgencias que atendió partos y patologías ginecológicas hasta su cierre.

En mayo de 1985 se inauguró el nuevo Centro de Salud junto a la Glorieta, donde se empezaron a realizar campañas de prevención y promoción de la salud, de educación sanitaria, etc. Por entonces tuvo lugar la transferencia de la sanidad a la Generalitat Valenciana, la derivación de pacientes pasó al recién creado Hospital de Sagunto, los médicos de Asistencia Pública Domiciliaria se integraron en el Equipo de Atención Primaria que constituían todos los médicos y enfermeros, pasando el servicio de urgencias a la planta baja del Centro de Salud cerrándose el Centro Maternal.

En diciembre de 1996 se inauguró el nuevo Centro Sanitario Integral Alto Palancia en la calle Andernos, dotado de Centro de Atención Primaria con médicos de familia, y de Atención Especializada en medicina interna, dermatología, digestivo, otorrinolaringología, endocrinología, oftalmología, cardiología, psicología, psiquiatría, traumatología, rehabilitación, cirugía mayor ambulatoria, ginecología y hematología. Dotado con once camas para ingreso, servicio de urgencias, quirófano, sala de rehabilitación, etc.

En la actualidad prestan sus servicios cinco médicos generales, dos pediatras, dentista, médico de laboratorio, matrona, ATS de atención primaria y especializada, además de 16 especialidades médicas atendidas por especialistas que se desplazan desde el Hospital de Sagunto, una base de SAMU (con médico, ATS y conductor-camillero), celadores, administrativos, etc[17].

Aunque todavía resurgen viejos problemas sanitarios como epidemias de gripe, casos de hepatitis o de cáncer, junto a problemas como edificaciones en estado de ruina que todavía se dan, el simple repaso de los anteriores recortes de prensa nos ahorra cualquier comentario sobre la tremenda mejora de la situación sanitaria en la ciudad.

Véase que por término medio cada mes se producen apenas entre seis y siete defunciones, y ello en una población con una media de edad muy alta. De todas formas, las nuevas formas de vida tienen también sus propios problemas, como es la alta tasa de patologías cancerígenas por causas que desconocemos y, especialmente, el brote de legionella que hizo que la ciudad fuese noticia en los principales medios de comunicación nacionaldes durante el mes de agosto de 2002. En este último caso, centrado en las nuevas avenidas de la ciudad en las inmediaciones de cierta industria jamonera, lejos por tanto del casco antiguo objeto de nuestro interés.


Problemática sociosanitaria actual que plantea el casco viejo de Segorbe

Si el avance experimentado por toda la nación española ha sido espectacular desde el advenimiento de la democracia, la Constitución, el desarrollo de las autonomías y la plena incorporación de España a la Comunidad Económica Europea, en el caso de Segorbe y de su sistema sanitario el cambio a mejor ha sido asimismo notorio.

¿Quién podía pensar que el decrépito ambulatorio del Instituto Nacional de Previsión de la calle Calvo Sotelo iba a dar paso al moderno Centro de Salud de la calle Andernos? ¿Quién podía imaginar que la tarea de aquellos buenos médicos generalistas de entonces iba a ser sustituída por un buen número de especialistas que, incluso, llegan a practicar intervenciones quirúrgicas con anestesia general?

Es evidente que el estado de bienestar que hoy se disfruta en toda España, en el caso de localidades como Segorbe que son cabecera de comarca, son proporcionalmente mejores a las que gozan en muchas grandes ciudades. Esto es completamente cierto.

Pero, ¿se extiende hoy a la totalidad de los segorbinos por igual esta excelente asistencia sanitaria? ¿Hay algunas limitaciones para aquellos que residen en la parte más vieja de la ciudad? Eso es lo que vamos a tratar de juzgar en la parte final de nuestra comunicación. Vamos a verlo por partes, aún aceptando que no hay enfermedades específicas en unos u otros barrios, que el estado general de salud y enfermedad de los 8.652 habitantes con que cuenta Segorbe[18] es bastante parecido en todos:


Abastecimiento de agua potable

Segorbe ha tenido un problema histórico en el abastecimiento de agua para las dos zonas que configuran el casco antiguo, los barrios de San Blas y de Sopeña. La cota a la que se toma el agua desde el manantial de la Esperanza (inferior a la de las casas ubicadas en las zonas altas), y el desnivel que se producía en la “Acequia de Beber” para que el agua llegara caballera a la ciudad, imposibilitaba que muchos vecinos tuvieran toma de agua en sus casas, utilizando durante decenios para sus necesidades el agua que suministraban las fuentes públicas y los lavaderos.

La citada Acequia de Beber discurría y todavía discurre, bajo el nivel de la calle del Romano. Esta circunstancia era aprovechada por los vecinos de las viviendas por cuyas proximidades discurría el agua para practicar perforaciones, en principio clandestinas, que les permitía abastecerse de la misma sin tener que salir de sus casas, lo que representaba también una deficiencia en las garantías higiénicas necesarias.

El problema quedó paliado en parte en el año 1934 con el proyecto de instalación de los depósitos y filtros junto al manantial, junto una nueva red de abastecimiento que permitió aumentar el nivel del agua en la ciudad. Con anterioridad se tomaron medidas en 1914 y posteriormente en 1950. A pesar de ello, todavía algunos edificios de la ciudad antigua carecían de agua en las plantas altas y la presión era deficiente.

No se resolvería el problema definitivamente hasta 1997, con la construcción de nuevos depósitos, y poco después por la instalación de bombas impulsoras potentes en el paseo de Sopeña.

 

Viviendas

Problemas de ventilación: Ya se ha visto como la necesidad que hubo durante siglos y siglos de residir en el interior del recinto amurallado de la ciudad, motivó que se mantuviese el urbanismo de la etapa musulmana con calles estrechas y edificaciones altas, lo que dificultaba la ventilación y soleamiento. En gran medida estos condicionantes subsisten hoy a pesar de que las viviendas actuales nada tienen que ver con las de hace un siglo.

Problemas de calefacción: Hemos visto como el tipo de vivienda característico de Segorbe, dentro de las limitaciones higiénicas que provocaba la convivencia tan estrecha con los animales del establo, resolvía por esta misma causa la calefacción de la misma. Pues bien, desaparecidos los animales de labor y de corral de casi todas las casas, con la consiguiente higiene, la propia disposición de los edificios dificulta notablemente la calefacción de los mismos y exige fuertes desembolsos en combustible. Es decir, las casas antiguas del casco viejo estaban perfectamente diseñadas para aprovechar el calor natural de sus moradores, pero no para aportarlo por vía artificial.

Problemas de accesibilidad: La misma estrechez e irregularidad de muchas calles, a veces con una pendiente muy pronunciada, es causa de que a veces no se pueda acceder con automóvil a muchos domicilios, con el inconveniente consiguiente si se trata de personas mayores que pueden requerir servicios médicos urgentes, ambulancias, bomberos, basureros, etc. Incluso la propia limpieza pública con vehículos voluminosos puede verse también resentida.

Problemas de abastecimiento cotidiano: La tendencia actual de potenciar las grandes superficies, alejadas a veces kilómetros del centro de la ciudad, en detrimento del comercio convencional de barrio, es causa de que los residentes en la zona vieja no tengan absolutamente ninguna tienda cerca donde poder adquirir incluso el pan de cada día. Piénsese que no pocas veces son personas mayores que, incluso, no tienen a mano ni un solo bar donde tomar un café o jugar una partida de guiñote, juego al que tan aficionados son en la localidad.

Problemas de alejamiento de los centros de salud: El inconveniente se acrecienta cuando se trata de acceder a los servicios médicos o farmacéuticos. Cierto que no es nuevo este problema, repasando los domicilios que conocemos de los médicos decimonónicos, todos prácticamente vivían en el entorno de la calle Colón y de la plaza de la Cueva Santa, es decir en la zona del ensanche. Pero es que si repasamos los paulatinos traslados de los ambulatorios, consultas privadas de los médicos, hogares del jubilado o las propias farmacias, vemos que cada vez se alejan más del casco antiguo de la ciudad. Y, repetimos, precisamente son las personas mayores que viven en esta zona quienes más demanda hacen de estos servicios.


Edificios en estado de ruina

Comentaba Cayetano Torres a fines del siglo XIX la debilidad de los materiales con que se construían las casas del casco antiguo de Segorbe. Es cierto que en la inmensa mayoría de casos, estas viviendas están restauradas o se han derribado para construir en el solar otras de nueva planta. Sin embargo, como hemos podido ver en el repaso cronístico, no hay etapa en que alguna casa amenace ruina, caigan cascotes, tejas o voladizos, con el riesgo consiguiente de viandantes e, incluso, de sus propios moradores.

Un ejemplo, hace sólo unos años la caída del voladizo de un balcón en plena calle Colón en el momento justo de la entrada de toros, provocó varios heridos, alguno de gravedad, entre los asistentes a tan famoso evento taurino.

En la actualidad se estima que un ¿? % de edificios del caso urbano antiguo están permanentemen deshabitados, de los cuales el ¿? % presentan una situación muy deteriorada con el riesgo correspondiente para la integridad de los vecinos. Sobre el precio que en el mercado alcanzan estas viejas viviendas de la parte vieja de la ciudad en comparación con los solares de las zonas de ensanche, contra lo que cabría suponer alcanzan niveles similares, es decir muy caros, incluso en muchos casos más altos, pues el vendedor sostiene que ofrece una casa, eso sí vieja, pero casa, aunque la mayoría de las veces sea para derribarla sin contemplaciones.


Rehabilitaciones

De viviendas particulares: Segorbe presume en la actualidad que durante los últimos tres años ha sido el municipio valenciano que más rehabilitaciones oficiales de viviendas ha realizado en su casco histórico. Esta circunstancia que sin duda es todo un aliciente para que esta zona no se despueble, tiene también sus factores negativos.

Por ejemplo en las rehabilitaciones interiores que afectan a la estructura, la normativa exige que los edificios no se derriben en su totalidad interiormente, y que al menos mantengan un 25 % aproximadamente de los forjados preexistentes. Hacer una vivienda nueva en un edificio con una parte de su estructura vieja, es un anacronismo que en muchas ocasiones suele pasar factura por el diferente comportamiento de los materiales. Algo parecido ocurre con la rehabilitación de fachadas. Suelen rehabilitarse muchas que presentan grietas y desplomes, en principio se repican se vuelven a lucir y quedan como nuevas, pero en muchos casos el movimiento continúa y sale de nuevo la grieta a la luz.

Del recinto amurallado: Desde hace unos años el ayuntamiento ha abordado un ambicioso proyecto de rehabilitación del entorno de edificios históricos civiles y religiosos, adquiriendo una serie de viejas viviendas deshabitadas y adosadas a estos monumentos para su demolición. El objetivo naturalmente es a largo plazo, pero los primeros pasos, los más difíciles, se han culminado recientemente con gran éxito. El aspecto que hoy ofrece la torre de la Cárcel, el Acueducto en el portal de Teruel y la muralla que sigue por la torre del Botxí a lo largo de la calle Argén, lo mismo que la antigua fachada principal de la catedral era impensable hace tan sólo cuatro años.


Limpieza pública

En el caso concreto de Segorbe, todavía existe la costumbre entre los vecinos del casco antiguo de limpiar las calles, especialmente mediante barrido. Como consecuencia de ello, el ayuntamiento no presta el mismo interés a las zonas antiguas como a las modernas que tienen un tratamiento más cuidadoso en este sentido.

Un problema añadido son los excrementos de perros. Segorbe cuenta en la zona más antigua de la ciudad, con el amplio paseo de Sopeña que permite el uso de personas y también, en la ladera del cerro, de animales. Muchos vecinos llevan sus perros a esta zona para que evacúen sus necesidades fisiológicas, pero los animales no siempre pueden contenerlas hasta llegar al paseo y defecan en las calles de acceso.

La falta de concienciación de los propietarios y el poco caso que hace la Policía Local, a pesar de la existencia de una ordenanza específica sobre tenencia y circulación de animales, representa que curiosamente las calles más bonitas, donde se encuentra los principales monumentos y por las que circulan los turistas, son las menos atendidas por lo que se refiere a la limpieza viaria.


Actividades molestas e insalubres

Claro que no todo habían de ser inconvenientes. Desaparecen las pequeñas tiendas y los bares, se alejan los servicios sanitarios, pero entonces empiezan a aparecer los pubs, esos centros que abren exclusivamente en horario nocturno hasta altas horas de la madrugada, donde al arrimo de las birras y los cubatas, se escucha música a todo decibelio, y se relajan los esfínteres en cualquier esquina formando una olorosa cascada de orines que baja por el medio de la calle. Cierto que no podemos quejarnos mucho y, además todos hemos frecuentado alguna vez estos antros. Pero, ¿porqué precisamente tienden a ubicarse siempre en el casco viejo?, ¿alquileres bajos?, ¿oferta abundante de locales ...?

De todas formas la palma se la lleva la nueva moda de los garitos. Será porque hay abundancia de locales vaciós o por ser más asequible su alquiler, el caso es que rara es la calle del casco antiguo de Segorbe que no cuenta con uno o varios de estos centros. Y es que no hay cuadrilla de chicos o de chicas que se precie que no lo tenga.

¿Qué es lo que se acostumbra a hacer dentro? Sinceramente lo ignoramos, pero a la luz de lo que puede verse al pasar por delante y de lo que podemos sonsacar a nuestros hijos, se trata de auténticos tugurios sucios donde se organizan cenas, movidas de litronas, se escuchan los grupos de moda a todo volumen, se ve la televisión o vídeos según los gustos de cada momento, se fuma ... y algunas otras cosas que no nos cuentan pero que barruntamos mal que nos pese. Estimamos que, hoy por hoy, el problema de los garitos es de los que más negativamente condicionan la vida en la parte vieja de la ciudad, sobre todo durante el verano en que muchas de estas “actividades” se hacen en el medio de la calle.

Sin embargo, los problemas sanitarios derivados de los trabajos industriales se dan con más abundancia en otras partes de la ciudad. Ahí está el caso del brote de legionella que tanta difusión alcanzó en el verano de 2002. Provocado por una industria agroalimentaria ubicada en el ensanche de Segorbe, los pacientes afectados residían todos lejos del casco viejo de la ciudad.


Insectos y roedores

Contra lo que cabría esperar por la mayor presencia de edificaciones viejas abandonadas, el casco antiguo no se caracteriza por la presencia de estos animales molestos, como sin duda sucedía en los tiempos pasados. En efecto, el almacenamiento en las viviendas de los productos que sacaban del campo fomentaba la presencia de ratones y otros roedores, cosa que hoy se da mucho más en la parte comercial e industrial de la ciudad. Lo mismo que la convivencia con animales domésticos provocaba antaño la presencia de pulgas, caparras y otros animales molestos, hoy limitados a hogares con animales de compañía mal cuidados.


Inmigración

Sin duda una cuestión de reciente actualidad, pero de gran importancia desde el punto de vista sociosanitario. Groso modo podemos considerar que el perfil de los habitantes del casco antiguo de Segorbe responde a las siguientes variantes:

  • Personas más o menos mayores que siempre han vivido en la misma casa, y que con el tiempo la han rehabilitado para vivir ya con notable confort
  • Descendientes que viven tal vez en la capital, pero que retornan los fines de semana y vacaciones a la casa de sus padres en Segorbe y que asimismo está perfectamente acondicionada
  • Jóvenes matrimonios, generalmente con estudios superiores, con hijos, que sienten predilección por la parte antigua de la ciudad, han adquirido una casa vieja la han restaurado o la han derribado y han levantado una nueva en su lugar. Esta tendencia se está generalizando bastante desde hace un tiempo
  • Inmigrantes que por relativamente módicos precios toman en alquiler viviendas más bien viejas o regularmente acondicionadas, y que van a plantear una serie de problemas sanitarios que cada vez reviste más importancia debido sobre todo a las causas siguientes:
    • Suelen convivir en las viviendas un alto número de personas, no siempre del mismo núcleo familiar, en unas condiciones de promiscuidad que recuerdan las de los siglos pasados que se han visto antes
    • Las enormes diferencias culturales en lo que se refiere al concepto de salud, su alta y temprana actividad sexual, preferencias terapéuticas (homeopatía, creenciales e incluso mágicas)
    • Notable incidencia demográfica que año a año se incrementa. Hoy en Segorbe se estima que existen censados sobre el 7% del total de la población, pero hay localidades próximas como Viver que llegan al 15 %, con tendencia clara a crecer si quiera sea por su mayor fecundidad
    • Aparición de nuevas enfermedades que se consideraban erradicadas, sobre todo de tipo tropical, del tipo de paludismo, sarna, patologías venéreas y otras afecciones dermatológicas
    • Su falta de flexibilidad, sobre todo en las personas mayores, para adaptarse a los nuevos usos médicosanitarios españoles (búsqueda infructuosa de los remedios que usaban en su país y que en el nuestro en muchos casos han desaparecido por obsoletos, abuso de evacuantes, etc.)
    • Cierta condición hipocondríaca que les lleva a solicitar la atención médica ante los más leves síntomas de anormalidad, especialmente en las patologías ginecológicas
    • En algunas ocasiones y preferentemente en inmigrantes del Este de Europa, los malos tratos a mujeres y niños, especialmente tras la ingesta de alcohol

Por todo ello estimamos que, si verdaderamente se pretende que a la rehabilitación urbanística de la parte vieja de nuestras ciudades se añada una correcta rehabilitación sociosanitaria, ineludiblemente deberán tenerse en cuenta estas y otras cuestiones que pueden añadirse en posteriores estudios. En cualquier caso, el aspecto que hoy ofrece el casco antiguo de la ciudad de Segorbe desde el punto de vista de su salubridad, no tiene parangón con el que ha ofrecido a lo largo de su ya larga historia.

En efecto, atrás quedaron, felizmente, las terroríficas mortandades de niños y de adultos en las epidemias de viruela, sarampión, difteria o cólera del siglo XIX. Atrás quedaron, felizmente también, los obsoletos ambulatorios del Instituto Nacional de Previsión, con su asistencia curativa de la enfermedad más que preventiva en la salud. Pero conviene no perder de vista este pasado del que, aunque parezca mentira, apenas nos separa una centena de años, un par de generaciones, en el primer caso, y, en el segundo, que hemos conocido personalmente en nuestras carnes hace tan sólo un par de docenas de años.


Agradecimientos

Rafael Martín Artíguez, Cronista Oficial de la ciudad de Segorbe

Vicente Aguilar Morellá, Doctor en Medicina

Ana Company Llusar, Doctora en Medicina especialista en Pediatría


[1] AGUILAR, F. DE A. (1890): Noticias de Segorbe y su obispado. Segorbe

[2] MÍNGUEZ, V. (1999): Prólogo. En MARTÍN ARTÍGUEZ, R.; PALOMAR MACIÁN, V.: Las fortificaciones de Segorbe a lo largo de la Historia, 11-14. Segorbe, Ayuntamiento

[3] MARTÍN ARTÍGUEZ, R.; PALOMAR MACIÁN, V.: Las fortificaciones de Segorbe a lo largo de la Historia, 15-19. Segorbe, Ayuntamiento

[4] TORRES FORNES, C. (1890): Estudio topográfíco-médico de Segorbe. 103 p.

[5] TORRES FORNES, C. (1890): Op. cit., 16, 18

[6] MARTÍN GIMENO, E. (1984): Vivienda típica segorbina. Agua Limpia, 12, 54-56. Segorbe

[7] TORRES FORNES, C. (1890): Op. cit., 30-31

[8] TORRES FORNES, C. (1890): Op. cit., 46-47

[9] AGUILAR MORELLÁ, V. (1995): Salud y enfermedad en el Segorbe del siglo XIX, 1, 191. Tesis Doctoral inédita. Universidad de Valencia, Facultad de Medicina, 2 vols.

[10] AGUILAR MORELLÁ, V. (1995): Op. Cit., 1, 161-202

[11] TORRES FORNES, C. (1890): Op. cit., 49-63

[12] TORRES FORNES, C. (1890): Op. cit., 73-98

[13] TORRES FORNES, C. (1890): Op. cit., 98-100

[14] AGUILAR MORELLÁ, V. (1995): Op. Cit., 1, 206-217

[15] MARTÍN ARTÍGUEZ, R. (Coord.) (2001): Crónicas de Segorbe en el siglo XX. Segorbe, 485 p.

[16] AGUILAR MORELLÁ, V.; COMPANY LLUSAR, A. (2004): Sanidad. Segobre, 25 años de democracia (1979-2004), 123-125. Segorbe, Ayuntamiento

[17] AGUILAR MORELLÁ, V.; COMPANY LLUSAR, A. (2004): Op. cit.

[18] Censo del 31 de diciembre de 2003

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