Lección magistral leída en la apertura del curso académico 2003-04
Universidad Cardenal Herrera-CEU. Fundación Universitaria San Pablo-CEU
José Mª de Jaime Lorén
Distinguidas autoridades academicas
Señoras y señores
Exige la cortesía, que las primeras palabras sean de gratitud a quienes han considerado a nuestra persona como acreedora al honor que supone abrir con su Lección este nuevo curso académico. Y es que, en efecto, estimamos que se trata de un mérito usualmente reservado a profesores con una dilatada trayectoria académica. Es decir, nada que ver con este modesto profesor de Historia de la Farmacia, que confía y apela a la benevolencia de su auditorio para salir airoso del trance. Allá veremos.
Mas, si como docente nuestro encuentro con la Universidad Cardenal Herrera-CEU apenas se remonta a la primera promoción que accedió a 5º curso de Farmacia, nuestro contacto inicial con la misma, naturalmente como estudiante de aquellos de melena y trenca, se remonta nada menos que al año 1972 cuando dieron comienzo en Valencia los estudios de Farmacia en lo que se llamaba, Colegio Universitario CEU San Pablo. Sin duda la prehistoria de este centro, por cierto, todavía como alumnos libres de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, pues aún no eran oficiales aquellos estudios de Farmacia.
Recuerdo muy bien que las clases se impartían en el antiguo convento de la calle Trinitarios donde, a pesar de las limitaciones, disponíamos ya de unos buenos laboratorios y de un profesorado competente, como será siempre la nota característica de esta institución. El alumnado era reducido y nos conocíamos todos, profesores y alumnos, perfectamente.
Todo cambió de forma radical cuando definitivamente se oficializaron los estudios de Farmacia, y se trasladó el centro a la planta baja del actual edificio del Seminario de Moncada. Eso sí, había que madrugar más para ir andando hasta la Estacioneta , subir al vagón a veces sobre la marcha y esperar con paciencia la larga sucesión de paradas hasta llegar a Moncada. Pueblos de huerta de recia valencianía, Masarrochos, Poble Nou, Borbotó, desfilaban antes nuestra somnolente atención matutina, mientras subían o bajaban señoras que iban y venían con sus compras por los mercadillos que cada día se desarrollaban en un pueblo distinto. Al paso que ponía algo de orden en los apuntes, se sentaba a nuestro lado el ama que acaba de mercar un par de pollos, todavía de esos de corral, de patas amarillas y cresta bien roja, que sacaban desafiantes la cabeza del cesto en el que estaban encerrados.
La vuelta era siempre más sosegada. Terminadas las clases, ya mucho más numerosas entonces, una suave modorra compensaba el madrugón, lo que aprovechábamos para despachar alguna cabezada, y ello a pesar del incómodo traqueteo de aquel viejo trenet de asientos de madera. En ocasiones, bien despiertos, admirábamos la maravillosa geometría de formas y de espacios en los surcos y cultivos de los campos de huerta que atravesaban las vías. Paisaje, ante el que siempre se ha rendido el campesino que todos los de origen rural llevamos dentro.
Permítasenos la licencia de evocar estos recuerdos juveniles hoy, treinta años después, cuando nos hallamos dando inicio a un nuevo curso académico, precisamente en las mismas aulas de antaño.
La enseñanza en el refranero
Cuando hace unos días nuestro decano nos propuso proceder a la lectura de la Lección inaugural de este curso sobre alguno de los temas que presuntamente dominamos, nos hubiera gustado tratar de cualquier aspecto concreto de la historia de la Farmacia, de la Ciencia o de la Apicultura que son asuntos en los que trabajamos hoy de forma preferente. Pero, como también se trataba de encontrar un asunto que pudiera tener un mínimo de atractivo para una audiencia heterogénea, decidimos dar este breve paseo por "La Enseñanza y las Ciencias de la Salud en la literatura popular" que en realidad, lo adelantamos ya, trata un poco de la necesaria humanización de los aspectos técnicos de las carreras de ciencias. Advertir de paso, que reproduciremos el texto de los refranes y coplillas en el castellano antiguo en que aparece en las fuentes originales.
Y es que asímismo la historia de las universidades, como en mucha mayor medida la paremiología y la literatura popular en general, han sido también objeto de nuestra atención. De hecho, con el nombre de "Refranero de la vida intelectual y de la enseñanza", preparamos hace tiempo una colección de casi tres mil dichos y sentencias en los que la musa popular retrata, en unas pocas palabras, aspectos diversos de la enseñanza, de la educación y de la cultura en general, siempre con consejos que destilan penetración aguda que, si bien en ocasiones pueden ser discutibles, no por ello suelen carecer de un sólido fondo argumental, así como de una innegable gracia expositiva.
A lo largo de los siglos, la literatura popular ha constituido un vehículo ideal para transmitir, con su sonsonete musical que facilita la memorización, lo que el pueblo piensa sobre el estudio y su importancia a la hora de la promoción de las civilizaciones y de las culturas, pues DE POBRES PAÑALES, OBISPOS Y CARDENALES. De hecho, una parte nada desdeñable de la literatura popular tiene que ver con este asunto, como se comprueba en las principales colecciones paremiales que siempre le dedican algunos capítulos.
Ya que hemos citado a las Universidades , decir que las primeras surgieron por una reunión de las escuelas superiores existentes previamente en la localidad, reunión que podía hacerse de forma espontánea, en virtud de privilegios o por desmembración. Las veteranas escuelas monásticas o locales van adquiriendo un sentido de responsabilidad al tomar conciencia de su propia fuerza, de su eficacia, de su prestigio. De todas formas nunca ha faltado quien opine que MÁS QUIERO SER DUEÑO DE UNA MANADA DE VACAS, QUE LAS BORLAS Y EL GRADO DE DOCTOR POR SALAMANCA.
Cuando la universalidad de las ideas y la de los alumnos que acuden a ellas se hace patente, y cuando la intervención pontificia es más fuerte, brota esa realidad jurídica que cristaliza con el nombre de universidad , y que tiene una fuerte independencia del resto de poderes. Tal se aprecia en dichos como A ALCALÁ, QUE NO HAY JUSTICIA, pues no en vano, antaño como hogaño, la jurisdicción académica amparaba a veces las tropelías estudiantiles. Recordar, en este sentido, la ancestral vinculación de las universidades a la Iglesia, de hecho durante siglos fue imprescindible la sanción papal para que un centro académico alcanzase el rango universitario.
En España se considera que la primera universidad es la de Palencia, creada en 1212 por Alfonso VIII, EN PALENCIA, ARMAS Y CIENCIA, aunque para entonces ya funcionaban los estudios de Salamanca, que adquirieron carta de naturaleza en 1243. De notable fama durante las centurias siguientes, hay un buen puñado de refranes que lo recuerdan: A SALAMANCA EL BACHILLER, PARA DEPRENDER, o QUIEN QUIERA SABER, VAYA A SALAMANCA A APRENDER. No obstante, como cabía esperar, las paremias, siempre prácticas y desconfiadas del saber oficial, matizan o ponen en cuarentena esta sabiduría que se supone emanaba de las aulas universitarias, ya que ESTUDIANTES SALAMANQUINOS, NO TODOS SALEN FINOS, al cabo SALAMANCA NO HACE MILAGROS, EL QUE VA JUMENTO NO VUELVE SABIO.
La otra universidad clásica española es la Complutense o de Alcalá de Henares, fundada en 1498 por el cardenal Cisneros, que compitió durante siglos con la de Salamanca y la de Valladolid. A efectos paremiales merece una atención similar a aquella, como cuando anuncia con descarnada crudeza A ALCALÁ, PUTAS, QUE YA LLEGA SAN LUCAS, que señalaba el comienzo del curso académico y la llegada de los estudiantes, a cuya costa vivían muchas meretrices.
Para bien o para mal la de Valencia destacó siempre por sus médicos. Mientras hay quien aconseja EN VALENCIA MEDICINA, EN SALAMANCA ERUDITOS, TEÓLOGOS EN ALCALÁ Y EN VALLADOLID JURISPERITOS, para otros los MÉDICOS DE VALENCIA, LARGAS HALDAS Y POCA CIENCIA.
Pero en España hubo, a lo largo de muchos siglos, centros de enseñanza con el rango de universidades o estudios generales en diversas localidades, si bien bastantes de ellos eran poco más que meros colegios, generalmente bajo la supervisión de una orden monástica que los fundaba o dirigía, en los que las facilidades académicas para la obtención de los grados y el bajo costo de los mismos, en comparación con lo que ocurría en las universidades principales, motivaba la afluencia a las aulas del estudiantado menos diligente, lo cual no pasaba desapercibido al refranero que advertía irónico: CURA POR BAEZA, BACHILLER POR CABRA, ABOGADO POR JAÉN, PONTE A QUE TE PILLE EL TREN, o bien, EN OSUNA Y ORIHUELA, TODO CUELA.
Pasando a las distintas Graduaciones que históricamente se han concedido en las universidades españolas, vemos que el título de doctor, derivado del verbo latino docere , enseñar, constituye el grado universitario más elevado y requiere el paso previo por el de licenciado, que se otorga al final de los estudios facultativos, LIBRO CERRADO, NO SACA LICENCIADO. A veces se concede el primero con carácter honorífico, doctor honoris causa , a diversas personas que han sobresalido en las letras, artes, cargos públicos o por su condición filantrópica. Ejemplos recientes los de viejos sindicalistas, influyentes editores, artistas de dudoso mérito e incluso ciertos banqueros... Tal vez por estos u otros casos parecidos, se dijera aquello de que MUCHAS CABEZAS DE ANIMALES SE COBIJAN CON BONETES DOCTORALES.
El antiguo grado de magister , en sus orígenes asinónimo de doctor o de profesor, empezó a usarse luego para designar al graduado en las facultades llamadas inferiores de artes y gramática, A LA GRAMÁTICA CON BABAS, A LA FILOSOFÍA CON BARBAS, mientras que el término de doctor se reservaba a los recibidos en las facultades superiores de teología, derecho y, más tarde, medicina. Dado que con este grado se culminaba la vida académica, es por lo que se advierte que QUIEN QUIERA SE DOCTOR, SEAN ANTES ESTUDIADOR.
El título de bachiller se otorgaba al que aspiraba a pasar al grado superior para recibirse de maestro o de doctor, y era el primero que se alcanzaba en las primitivas universidades o estudios generales. Por eso se consideraba que BACHILLER Y NADA SABER, TODO UNO VIENE A SER. Para obtenerlo, como para promocionar a los grados superiores, se precisaba un mínimo de cursos académicos en la facultad correspondiente, así como superar las pruebas de puntos que precedían a los exámenes públicos en el paraninfo de la universidad para la fiesta de San Juan, por eso siempre se ha dicho SE ESTUDIA MÁS EN EL MES DE MAYO QUE EN TODO EL RESTO DEL AÑO.
Desde el punto de vista paremial, nuestros vulgares limitan mucho la supuesta sabiduría de estos graduados. Positivos siempre, desconfían de los conocimientos teóricos que se impartían en las aulas; por ello abundan expresiones del tipo BACHILLER EN MEDICINA, QUE CONFUNDE EL VINO CON LA ORINA, al fin VEINTICINCO BORLAS TIENE LA MANGA DE LA CATEDRAL, Y NO SABE NÁ .
En todas las épocas y en todas las civilizaciones, la educación y la enseñanza han sido los medios de que se han valido los pueblos para acercarse a la clase de vida que consideran óptima, ya que QUIEN AL ESTUDIO SE DA, MEJORARÁ. La escuela, los institutos, las universidades, han sido los lugares educativos por excelencia, que se convierten así en instrumentos fundamentales a través de los cuales todos los pueblos del mundo, se esfuerzan por transformar sus ideales de vida en realidades para su descendencia. En esta etapa estudiantil tiene gran importancia la indumentaria, LA GALA DEL ESTUDIANTE, EN CUELLO Y GUANTE; LA DEL LEGO, EN ZAPATO Y CUELLO.
Aunque la historia de la educación es una constante fluctuación con avances y retrocesos, en que suelen caer conceptos tenidos por fundamentales, en lo que se refiere al sujeto de la misma, el alumno o estudiante, los refranes tienden a presentarlo con un aspecto poco edificante, con una semana laboral a base de LUNES, HUELGA Y GALBANA; MARTES, MALA GANA; MIÉRCOLES, TORMENTA; JUEVES, MALA CUENTA; VIERNES, CAZAR; SÁBADO, PESCAR; ¿Y EL DOMINGO ...? AH, EL DOMINGO SE HIZO PARA DESCANSAR. Y también DESDE SAN LUCAS A NAVIDAD, HAY POCOS ESTUDIANTES DE VERDAD, por la inveterada y equivocada costumbre de dejar para última hora la preparación de las lecciones y exámenes.
De todas formas el Refranero tiene muy pocas dudas de la importancia del estudio en la educación de los jóvenes, EL ESTUDIO ES PARA EL NIÑO, COMO LA TIERRA PARA EL CULTIVO, incluso de las bondades de una buena formación intelectual, QUIEN DUDA Y PREGUNTA, LA VERDAD BUSCA. Pero se muestra intransigente y duro con esa legión de vagos y de sinvergüenzas que, so capa de escolares o alumnos, no hacen otra cosa que perder el tiempo y engañar a sus padres y profesores, por eso PERIQUITO, VETE A LA ESCUELA. –¿A LA ESCUELA ...? MÁS QUIERO JUGAR A LA ESCARCHUELA.
Importante es el apartado dedicado a los profesores o personas que ejercen o enseñan una disciplina o arte, englobando asimismo a los maestros , catedráticos y profesores, es decir a quienes tienen la responsabilidad de la formación de los alumnos de bachillerato, primera enseñanza o en los estudios universitarios, pero nunca COMO EL MAESTRO CAMPILLO, QUE NO SABÍA LEER Y TOMABA NIÑOS.
Aunque los refranes mencionan con mayor frecuencia a los maestros, tal vez por ser el témino más clásico dentro de la enseñanza, HABLE EL MAESTRO Y ESCUCHE EL ALUMNO, EL UNO SEMBRANDO Y EL OTRO COSECHANDO, quizás porque también se aplica a los expertos en artes y oficios manuales como escalón superior al de oficiales y aprendices, EL OFICIO HACE MAESTRO, no faltan tampoco otros que se ocupan de los demás enseñantes, así se aconseja EL PROFESOR VIEJO, EL ESTUDIANTE JOVEN.
En la teoría aristotélica del conocimiento, se consideraba al entendimiento como una actividad anímica o aptitud intelectual que transforma las representaciones sensibles en intelectuales, y que permite pasar de una representación singular al concepto universal. Pues bien, no son pocas las sentencias y paremias dedicadas a motejar, precisamente, la falta de este entendimiento, la ineptitud intelectual, entre la población estudiantil y en general en el pueblo, PARA SER TONTO, LOS LIBROS SON UN ESTORBO, o bien LEO, LEO, Y MIENTRAS MÁS LEO, MÁS TONTO ME QUEO .
Esta merma del entendimiento, como potencia anímica mediante la cual se conciben las cosas, se comparan, se juzgan y se inducen y deducen otras ya conocidas, viene en buena parte condicionada por el factor genético, de ahí que LO QUE NO VIENE DE NATURALEZA, SALAMANCA NO PRESTA, y duda mucho en estos casos de las posibilidades reales de la enseñanza, pues A QUIEN ES CERRADO DE INTELECTO, DE POCO LE SIRVEN LOS LIBROS ABIERTOS. Recomendando en estos casos la dedicación a otros oficios o trabajos menos intelectuales, pues al cabo A QUIEN ES CERRADO DE SIENES, DIOS SUELE DARLE OTROS BIENES.
¿Y la inteligencia ? Considerada por unos como la capacidad general del individuo para ajustar conscientemente su pensamiento a nuevas exigencias, o la facultad para realizar tareas que exigen una rápida adaptación a nuevos requerimientos, y por otros como el estado de alerta general, es evidente que se resiste a merecer una definición acabada y completa, acaso aceptar que EL ESTÚPIDO GRITA, EL INTELIGENTE HABLA, EL SABIO CALLA.
Parece claro, sin embargo, que la capacidad intelectual de las personas viene condicionada en gran medida por un factor hereditario y somático. Tal reconocen unos cuantos refranes que entienden que HOMBRE CABEZUDO, NUNCA TALENTUDO, por eso AL HOMBRE SE LE MIDE DE CEJAS ARRIBA. De todas formas, cada vez se concede mayor importancia al medio sociocultural en el que se desarrolla el individuo a la hora de evaluar su inteligencia, por eso EL BUEN ALIMENTO CRÍA ENTENDIMIENTO, pero sólo hasta cierto punto, pues también se dice que VIENTRE LLENO, NO CRÍA BUEN INGENIO.
De todas formas reconocen abiertamente que el reparto de la inteligencia es siempre aleatorio, ya que NO HAY COSA TAN REPARTIDA COMO EL TALENTO, CADA CUAL CON EL SUYO ESTÁ CONTENTO.
Se considera a la memoria como la potencia del alma por medio de la cual se retiene o se recuerda lo pasado. Si bien erróneamente suele asimilarse más a un archivo mental estático, que como el proceso de hacer revivir total o parcialmente en un sujeto vivencias o modos de obrar anteriores, EL VIEJO, OLVIDA LO RECIENTE Y RECUERDA LO AÑEJO. Durante siglos ha sido considerada auxiliar fundamental de la enseñanza en muchos sistemas pedagógicos basados en ella, LO QUE LA MEMORIA POSEE, EN TODO TIEMPO SE VEE , de ahí la importancia que tenía fomentarla por medio diversos, pues MEMORIA NO EJERCITADA, PRONTO MENGUADA.
De todas formas refranes más modernos, conscientes de lo arcaico y poco útil de esta forma de aprendizaje basado en la memorización sistemática, limitan mucho su utilidad pedagógica hasta el punto de considerar que LA MEMORIA ES EL TALENTO DE LOS TONTOS.
La ignorancia , en el sentido de falta de ciencia, de letras o de noticias, ocupa asimismo una cierta atención del Refranero, si bien conviene distinguir entre la que procede por la ausencia de medios para la promoción intelectual del individuo, IGNORANTE POR NATURA Y SABIO POR ESCRITURA; y la ignorancia supina, consecuencia de la negligencia en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse, QUIEN NO SABE NI APRENDER QUIERE, BURRO VIVE Y BURRO MUERE.
No faltan, de todas formas, refranes que restan importancia a la falta de formación, A MENOS LETRAS, MÁS TALEGAS, pues entienden que en el fondo no es lo mismo ignorancia intelectual que torpeza, por eso MIENTRAS EL SABIO PIENSA, HACE EL NECIO SU HACIENDA.
La sabiduría , como conocimiento profundo de las ciencias, letras o artes y, en general, como contrapunto positivo de la ignorancia, merece la atención de bastantes refranes que tienden siempre a ensalzarla, BUEN SABER VALE MÁS QUE BUEN NACER. Al sabio, como prototipo de la sabiduría, se le rodea de una aureola admirativa de la sociedad, CUANDO EL SABIO HABLE, EL NECIO ESCUCHE Y CALLE. De todas formas, adivina que con sólo la sabiduría no se alcanza la felicidad, de ahí que EL MUCHO SABER HACE SABIOS, PERO NO DICHOSOS; e incluso a menudo está reñido con la promoción económica de las personas, EL MUCHO SABER, CUANDO TUVO QUE ALMORZAR NO TUVO QUE COMER, ya que asocia la figura de la persona sabia con un cierto despego de las cosas materiales y pecuniarias.
La mujer, una vez más, es objeto de diversos dicterios que se resisten a reconocer sus capacidades intelectuales, por eso NO TE CASES CON MUJER QUE TE GANE EN EL SABER. Con todo, al final son más los que reconocen que SABER POR SOLO SABER, COSA VANA VIENE A SER; SABER PARA SER MEJOR, ESO ES DIGNO DE LOOR.
El arte de aprender o aprendizaje, en el sentido de adquirir conocimientos de alguna cosa por medio del estudio o de la experiencia, puede decirse que surgió de las guildas medievales, hacia el siglo XII, cuando los artesanos de los burgos se agremiaron para protegerse mutuamente y perfeccionar sus artes, APRENDIZ QUE APRENDE MAL, NUNCA BUEN OFICIAL.
Como en principio la capacidad de aprendizaje parece fija para cada individuo, con el objeto de mejorar el rendimiento intelectual desde antiguo se emplean técnicas para aumentarla, VER Y MÁS VER PARA APRENDER, OÍR Y MÁS OÍR PARA APRENDER Y DECIR.
Busca la educación facilitar el desenvolvimiento de las facultades del individuo, prepararlo para la vida, desarrollarlo y perfeccionarlo al máximo, dando como resultado su instrucción, EL ALUMNO ES CERA, Y SE HARÁ DE ÉL LO QUE SE QUIERA, es decir, que adquiera un cúmulo de conocimientos y de experiencias que constituyan su cultura, y que le permitan adoptar una postura definida ante su circunstancia vital.
Como además la educación, la enseñanza, supone siempre la intervención de una voluntad externa que deliberadamente dirige el hecho lectivo por cauces determinados, QUIEN ME CORRIGE, BIEN ME DIRIGE, sus resultados estarán siempre en funcion tanto de las aptitudes y disposición del alumno como de las del profesor, EL MAESTRO QUE A UN ALUMNO CASTIGA, A LOS DEMÁS ESCOLARES AVISA.
Aunque no faltan sentencias partidarias de la mano dura, en la línea de LA LETRA CON SANGRE ENTRA, poco a poco se va suavizando el criterio y hoy es común que LLEVAR LA DISCIPLINA CON RIGOR, NO ES LO MEJOR.
Se define al estudio como el esfuerzo que pone el entendimiento aplicado a conocer alguna cosa, especialmente al trabajo empleado en aprender o en cultivar una ciencia o arte, APRENDE POR ARTE E IRÁS ADELANTE.
Es claro que el progreso material y social de una colectividad depende directamente de la formación de sus individuos, POR LA ESTUDIANZA, TODO SE ALCANZA, pues los avances tecnológicos sólo pueden concebirse en el seno de sociedades cultas, por eso QUIEN SUPO ESTUDIAR, SUPO TRIUNFAR. De la misma forma, los procesos de madurez democrática serán más fecundos entre los grupos sociales que hayan recibido una enseñanza apropiada, VIGILIAS Y LIBROS, HACEN OIDORES Y OBISPOS.
El libro , en el sentido de conjunto de hojas ordinariamente impresas que se han cosido o encuadernado juntas con cubiertas más gruesas hasta formar un volumen, ha pasado por muy variadas formas de presentación, MIEL CONTIENE EL LIBRO BUENO, EL MALO VENENO. Desde los incunables, o libros impresos antes de 1501, que se confeccionaban por lo general a partir de planchas de madera en las que el grabador había tallado en relieve las letras y las figuras del texto, hasta la difusión de los tipos móviles que revolucionaron el arte de la imprenta, LIBROS Y VINOS, LOS VIEJOS.
De todas formas insisten mucho los refranes en distinguir buenos y malos libros pues, conservadores siempre, temen que la lectura de ciertos textos pueda tener una influencia perniciosa en las personas o, quizás, pueda hacerles pensar de forma distinta a como convenía a las clases dominantes, por eso advierte que LIBRO CUYA LECTURA NO TE MEJORE, QUIZÁ TE EMPEORE, o EL LIBRO MALO ES GANZÚA DEL DIABLO. De todas formas, nada menos que Cervantes por boca de Don Quijote, ya señalaba que LIBROS Y SUJETOS, POR MALOS QUE SEAN TIENEN ALGO BUENO. Y, al cabo, siempre ha ocurrido que UN BUEN LIBRO Y UN ENTENDIDO LECTOR, TAL PARA CUAL SON LOS DOS.
Leer es lo mismo que pasar la vista por un texto escrito o impreso, haciéndose cargo del valor y significación de los caracteres empleados, se pronuncien o no las palabras representadas por esos caracteres, QUIEN LEYERE, LEA PARA SABER; Y QUIEN SUPIERE, SEPA PARA OBRAR.
La lectura es el gran medio de instrucción, DEL LEER SALE EL SABER, por eso el libro, ya se ha dicho, ha sido el vehículo por excelencia del pensamiento humano. Por las lecturas inteligentes los jóvenes escolares aprenden, no sólo a leer bien, sino, lo que es más importante, a estudiar y a instruirse por sí mismo, LA BUENA LECTURA, DISTRAE, ENSEÑA Y CURA, al cabo POR EL LIBRO EN QUE SE LEE, PUEDE EL HOMBRE CONOCERSE.
Casi a la vez que a leer se enseñaba en las escuelas la escritura , DESPACITO Y BUENA LETRA, DICE A LOS NIÑOS EL MAESTRO DE ESCUELA. Es otra de las disciplinas que el niño debía aprender pronto y bien, porque ASNO ES DE NATURA, QUIEN NO SABE LEER SU ESCRITURA, ya que contribuye a fijar y extender los conocimientos adquiridos en las demás materias, y le permite fijar de modo permanente las ideas propias, así como de expresar gráficamente sus pensamientos para llevarlos a la inteligencia de los demás.
En variada mezcolanza aparecen bajo el epígrafe que conocemos como Humanidades una serie de refranes de corte moral, entre los que figura la lengua o sistema de comunicación y expresión verbal propio de un pueblo o nación, o que es común a varios, y que mediante un conjunto de signos convencionales permite que los hombres comuniquen sus ideas, sentimientos o deseos, EN LOS ESCRITOS, EL SENTIDO ES EL ALMA; EL CUERPO SON LAS PALABRAS.
En toda lengua se aprecian los signos fonéticos, es decir los sonidos en sí, que son convencionales pues se eligen libremente entre los miembros de un grupo; el sistema gramatical, o serie de normas según las cuales se ordenan entre sí los elementos fonéticos para expresar correctamente una idea; y el léxico, PALABRAS SIN PENSAMIENTO, PURO VIENTO, es decir, el conjunto de sonidos-significado fundamentales de que se sirve el grupo humano para comunicar sus ideas. Así puede decirse LENGUA CASTELLANA EN BOCA TOLEDANA, por la gran corrección de su lenguaje.
De difícil definición, podemos considerar a la religión como el conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social, y de prácticas rituales, especialmente de oración y sacrificio, para darle culto. De todas formas, los refranes atienden más al mejor o peor cumplimiento de estas normas de la iglesia que a cuestiones teológicas profundas, que despacha con rapidez y displicencia, TEÓLOGO DE MUCHA CIENCIA, ANGOSTO DE BOLSA Y ANCHO DE CONCIENCIA.
Lengua indoeuropea originaria del Latium , en el valle del Tíber, se caracteriza el latín por tener una fuerte inflexión con una gran riqueza desinencial y una sintaxis complicada. Pronto empieza a acusarse la diferencia entre el latín vulgar y el culto, así la lengua escrita queda convertida en un instrumento literario muy complejo que explota hasta el máximo el orden arbitrario de las palabras, y crea el estilo periódico majestuoso, una de las características del latín clásico, QUIEN BIEN CONJUGA Y DECLINA, SABE LA LENGUA LATINA.
Por todo ello ha constituido durante centurias el fundamento de la enseñanza en escuelas y universidades, MAL ESCOLAR ES, EL QUE NO PASA DE SUM , ES , EST , y marcaba la diferencia entre las personas instruidas y las ignorantes, NI SOY SÉNECA NI MERLÍN, MAS ENTIENDO ESE LATÍN. Por eso algunas sentencias se muestran suspicaces con el uso y abuso de los latines, EL TONTO QUE DEL TODO HAYA DE SER, SU POQUITO DE LATÍN HA DE SABER.
Las ciencias de la salud en el refranero
En contraposición a los refranes de tema humanístico que venimos viendo en los párrafos anteriores, el término de "ciencia" históricamente se ha aplicado no sólo a las cuestiones puramente técnicas, sino en general al saber en su conjunto, así LA CIENCIA ES LOCURA, SI NO LA GOBIERNA LA CORDURA.
Comenzando por los refranes de Medicina , reconocer de entrada que no son pocos los refranes que se muestran críticos con los temas sanitarios, aunque son igualmente numerosos los que de una u otra forma entienden y apoyan a estos profesionales, si bien debemos admitir que estas últimas paremias gozan de mucha menor popularidad y difusión.
Pero, ¿ha ocurrido siempre así?, ¿cual puede ser el origen de esta evidente medicofobia? Son éstas cuestiones que se debaten desde hace ya mucho tiempo y sobre las cuales podremos apuntar algunas sugerencias, pero antes conviene recordar que, afortunadamente, el respeto que para el Refranero Español merece el médico y los demás profesionales sanitarios es mucho mas amplio y variado.
Vamos a comenzar por la consideración que le merece al Refranero el arquetipo médico. Así denota al ocuparse de su vestimenta cómo, por lo general, "el hábito no hace al monje", es decir que desconfía de los doctores vanidosos y engolados, pues BONETE CON BORLA, A MUCHOS NECIOS ADORNA, y MÉDICO DE GRAN PERLA Y BIEN VESTIDO, CUÉNTESE DE REPENTE INTRODUCIDO. De su indumentaria, que podía ser muy recargada como recogen algunos grabados de época, destaca sobre todo el bonete y la borla doctoral, aunque también podían ser muy representativos las capas y guantes vistosos que solían vestir los galenos más acreditados junto a costosos anillos y cordones de oro, si bien el vulgo, práctico al cabo, entiende que VEINTICINCO BORLAS TIENE LA MANGA DE LA CATEDRAL, Y NO SABE NÁ , e incluso BAJO UNA BORLA DE DOCTOR, NACE UN ERROR.
Siguiendo con el aspecto más apropiado que debían presentar, es evidente que tendrán que gozar de buena salud pues NADIE SE CURA CON MÉDICO ENFERMO, ya que QUIEN SIEMPRE LLEVA MAL COLOR, NI ES MÉDICO NI DOTOR. Otro factor sobre el que se insiste a menudo es la recomendación de portar luengas barbas y pelo cano por aquello de dar un tono de prestigio y de autoridad, es bueno MÉDICO CON BARBAS, CIRUJANO SIN ELLAS, pero con matices pues también hay quien piensa que TOMA PARA TI EL DOCTOR MÁS CANOSO Y MÁS LETRADO, Y DAME EL EXPERIMENTADO.
Refrán este último que nos lleva a plantear cual es la edad más conveniente para el ejercicio de la medicina o, mejor dicho, cual es en función de la edad el tipo de facultativo que prefiere la gente del pueblo. Aquí si que no hay ninguna duda, la inmensa mayoría de las paremias otorgan su favor a la experimentación como acabamos de ver o, como se aprecia en estos otros, MÁS VALE LA PRÁCTICA QUE LA GRAMÁTICA, y ES MÁS CIERTO MÉDICO EL EXPERIMENTADO QUE EL LETRADO, refrán este que aparece ya en La Celestina . Algunos concretan todavía más y se atreven a aventurar que EL MÉDICO DE SESENTA Y EL BARBERO QUE NO PASE DE TREINTA, e incluso que CUANDO VA A DEJAR DE SER, EMPIEZA EL MÉDICO A SABER.
Por contra, los denuestos y las burlas caen sin ninguna consideración sobre los jóvenes doctores que desde las aulas universitarias acceden a la profesión, y que nos da una idea aproximada del poco aprecio que, según las paremias, se tenía de los estudios facultativos: NI MÉDICO NOVEL, NI CONFESOR DONZEL como decía Gonzalo Correas, o MÉDICO NUEVO, EN DOS AÑOS LE ECHA UNA SOLERÍA AL CEMENTERIO con las lápidas sepulcrales de sus clientes, y A BASE DE CEMENTERIO, SE HIZO MÉDICO DON MEGATERIO. Esta insólita causticidad puede explicarse por la mayor confianza que el vulgo ha depositado siempre en la experimentación que da el ejercicio profesional, frente a los conocimientos adquiridos en las aulas, así como a esa sempiterna tendencia conservadora, con sus ribetes de rutina, que ha caracterizado al mundo rural de todas las épocas.
Hay igualmente algunas referencias interesantes sobre libros o autores clásicos que se estudiaban durante la carrera: HIPÓCRATES SEMBRÓ LA MEDICINA; SUS HIJOS CULTIVARON SU DOCTRINA, o SEGÚN DIJO GALENO, LO QUE PARA UNOS ES MALO, PARA OTROS ES BUENO, no obstante y como profesión humanística al cabo, no es suficiente con tener unos vastos conocimientos técnicos, es imprescindible también poseer una buena base sociocultural ya que si GRANDE ORNATO DEL MÉDICO ES LA SABIDURÍA, MAYOR ES LA PRUDENCIA.
En cuanto al tipo de medicina que preconizan, podemos decir aquí que el Refranero se muestra una vez más conservador. Las sentencias, como el maestro de Cos, estiman que la medicina debe ser natural, empírica y filosófica, y si las causas de la enfermedad se explican por fenómenos naturales como el frío, el calor, la alimentación, etc., los remedios habrá igualmente que buscarlos en los tres reinos de la naturaleza. Por ello DE HOMBRE REGLADO, MÉDICO NO HARÁ MUCHO CORNADO, y con MUCHA DIETA Y POCA LANCETA, Y MANDA A LOS MÉDICOS A HACER CALCETA. Como una prolongación de esta actitud mas bien inmovilista, las mazadas miran con suspicacia las nuevas teorías terapéuticas y las modernas ideas médicas: DE MÉDICO EXPERIMENTADOR ME LIBRE DIOS, y por fin EN LA MEDICINA, COMO EN TODAS LAS COSAS, LAS NOVEDADES SON PELIGROSAS.
Aunque no son muy abundantes, no faltan refranes que se meten con una de las facetas mas sobresalientes del ejercicio médico a lo largo de la historia: el lenguaje profesional. Efectivamente, el empleo de palabras altisonantes, el relatar los actos más simples con un estilo ampuloso y retórico -generalmente con el objetivo de cautivar o asombrar a los pacientes-, o el empleo sistemático de palabras y expresiones latinas de sentido oscuro para los profanos, no pasan desapercibidos a nuestro Refranero al que merecen una velada crítica pues sabe que LA MEDICINA EN SÍ ES MUY VERDADERA, SU OBSCURIDAD FALAZ LA CONSIDERA, o SI LAS CONSULTAS MÉDICAS SE HICIERAN, EN VEZ DE EN NUESTRO IDIOMA EN EL LATINO, ¡CUANTO MELÓN HALLARÍAMOS PEPINO!.
Más atención merecen los honorarios profesionales que no siempre se pagaban de buen grado, MIENTRAS EL MÉDICO CURA, DE ÁNGEL TIENE LA FIGURA, EN NO HABIÉNDOLE PAGADO, FIGURA DE CONDENADO. Antiguamente se recomendaba cobrar un poco en función de la situación económica del paciente, asistiendo gratuitamente a los más necesitados, por eso se decía SE PARCO EN EL JUSTIPRECIO DE TUS SERVICIOS; PERDONA AL MÍSERO Y NO EXPOLIES AL RICO; también era costumbre muy extendida el cobrar en género cuando tenía lugar la recolección de las cosechas, POR LA SANMIGUELADA, SE PAGAN LAS IGUALAS.
Como podemos ir apreciando hasta aquí, el pueblo español destila en sus refranes una indisimulada animadversión hacia el estamento sanitario que, por otra parte, es perfectamente compatible con el reconocimiento de sus méritos sociales que, día a día y hora tras hora, han puesto siempre de manifiesto, EL CURA Y EL QUE CURA, NO TIENEN HORA SEGURA. La antigua tradición deontológica de la profesión, su capacidad para escuchar toda clase de desgracias ajenas y de hacer frente a situaciones penosas, el consuelo que rezuman sus palabras en el momento de aconsejar los tratamientos, que tan a menudo son más eficaces que éstos, EL MÉDICO, MAS QUE UN CURADOR ES UN CONSOLADOR, y siempre su sentido del deber para mantener los más recónditos secretos, EL MÉDICO Y EL CURA, EN SU MINISTERIO PERSONAS MUDAS, o CURAS Y MÉDICOS, SABEN A MILES LOS SECRETOS, son igualmente reconocidos.
Y vamos por fin a tratar de aportar algo de luz sobre el asunto ya bosquejado de los dicterios que tradicionalmente han merecido los galenos de todas las épocas. Lo primero que hay que apuntar es que, precisamente, no siempre ha ocurrido así. Al menos desde el punto de vista paremial puede decirse -siguiendo al hispanista francés Louis Combet que ha estudiado a fondo el Refranero español-, que en este sentido se distinguen dos actitudes claramente diferenciadas de las sentencias populares hacia la profesión médica: de una parte aquellas que proceden de los siglos XIII a fines del XV, que tienen un marcado acento moralista, donde los compiladores buscan recolectar de los dichos vulgares aquellos que son más edificantes y ejemplares, y que en asuntos sanitarios destilan una marcada medicofilia , merced al alto concepto que merecen estas profesiones a la mentalidad religiosa de la alta Edad Media, tal es el caso del refrán A MEGE SABIENT, ENFERMO OBEDIENT. Y, entrado ya el siglo XVI, como consecuencia de la preferencia de los nuevos coleccionistas por un tipo de adagios más críticos o anticonformistas, se van a poblar las páginas manuscritas o impresas de una literatura paremial que desconfía, y es a veces claramente hostil, hacia el médico, como ya hemos podido ver y como indica el dicho: POCA CIENCIA Y MUCHA ESTUCIA, QUE TOO LO TAPA LA ALMUCIA o muceta del licenciado.
En apoyo de esta teoría podemos añadir que en la colección adagial manuscrita de Francisco de Espinosa, magistralmente estudiada por la investigadora norteamericana Eleanor O'Kane y presumiblemente compilada antes del 1.500, de los tres refranes que aluden a la profesión médica sólo uno participa de la medicofilia heredada de las colecciones anteriores, AL MÉDICO Y AL CONFESOR Y AL ABOGADO, HÁSELES DE DEZIR LA VERDAD, Y POR EL CABO; mientras que los otros dos, LOS MÉDICOS SON ENEMIGOS DE LA NATURA, y MEE YO LIMPIO, Y UNA HIGA PARA EL FÍSICO, constituyen ya un serio aviso del cambio de mentalidad que está experimentando la sociedad ante sus facultativos, y que culmina definitivamente en los ricos refraneros de mediados del XVI, donde la figura del médico es blanco de las mas corrosivas invectivas.
¿Cabe deducir de todo esto que el hombre del medioevo manifestaba hacia los médicos una estima que en el XVI se torna en desprecio?. La cuestión es compleja y merece un estudio más detenido. Los mismos historiadores de la Medicina no parecen estar muy de acuerdo, pues mientras Laín Entralgo opina que en el Renacimiento la figura del médico gana en prestigio ante la sociedad, si bien es posible que se refiera antes a los más afamados galenos que a la mayoría de los profesionales, Luis Granjel que ha trabajado este mismo tema sobre la literatura picaresca, entiende por el contrario que no sólo aparecen ridiculizados frecuentemente, sino que incluso son a veces muy violentamente denostados.
Dado que este género literario surgió a finales del XVI, seguimos sin explicarnos la causa de la posible estima que gozó la profesión en el alto medioevo. Y aquí conviene también traer la opinión de Gonzalo Maeso quien entiende que los facultativos musulmanes gozaron en España de gran prestigio, y que las causas de la medicofobia popular que siguió estarían mas bien en el encono con el que la rudeza de los pueblos bárbaros ha solido mirar a los profesores del arte de curar, a la preocupación con que la religión, o mejor dicho sus ministros, han mirado las ciencias físicas y naturales, y al hecho de que muchos médicos debían ser de origen judío y árabe, etnias estas que secularmente han estado en el punto de mira de nuestros refranes.
Con todo, debemos reconocer que en las sentencias modernas ya no se dan tan nítidamente estos condicionamientos y, aunque más moderadamente, todavía la figura del médico es bastante cuestionada. Nosotros hemos meditado largamente esta situación y entendemos que hay aún mucho de inercia en esta actitud, y cómo, en el fondo, puede ser incluso un síntoma del aprecio que esta profesión merece a la sociedad a la que sirve, sin que en algún caso pueda faltar un punto de envidia o un algo de complejo de inferioridad, ante la grave responsabilidad que cargan sobre sus espaldas. Por otro lado, es un índice del grado de aproximación y de enraizamiento social del encargado de curar, que a lo largo de los siglos ha pasado de ser una especie de intermediario divino prácticamente inaccesible, a ser una cualificada función más de la sociedad, susceptible, como cualquier otra, de ser blanco de las bromas y puyas de sus convecinos, de las que antaño pudo estar a cubierto merced a la gruesa barrera de tabús y de prejuicios que levantaba la intolerancia y la ignorancia.
Sobre técnicas terapéuticas del pasado, ahí van un par de reglas tomadas de sendos aforismos de Hipócrates, con su toque astrológico que se nos escaparon en un trabajo sobre la influencia lunar en las actividades agropecuarias. Dicen así:
"No dio sangría Galeno
en conjunción, cuarto lleno
ni estando luna en León
ni en el signo de Escorpión".
"Los médicos prohibieron
el purgar, cuando está en Aries,
o en Virgo, o León, la luna,
en frío o caniculares".
Vayan nuestras primeras palabras relativas a la Odontología hacia la figura del dentista de los tiempos pasados, para esos sacamuelas entreverados de charlatanes que, con su punta de rufianes, sembraron el terror por ferias y entablados en todos los pueblos de Europa. Magistralmente describía aquellas situaciones el Dr. González Iglesias cuando se preguntaba: "¿Qué buen prelado no vio un charlatán manejando la dentuza rodeado de moscas y de sangre? ¿Qué dueña no distrajo la estrecha vigilancia de su Melibea para atisbar en la plazuela el mutilante espectáculo? ¿Qué pilluelo no dilató su pupila ante los gritos de una víctima en el tabladillo de la feria? ¿Qué campesino no sintió a su perro estremecerse entre las piernas ante tan descomunales lamentos?"
Si hacemos caso a los lienzos que dejaron los pintores costumbristas de todas las épocas, convendremos en que no resulta exagerada la cita anterior, pues pinacotecas y obras literarias reflejaron al sacamuelas paseándose grotesco y temible por todo el orbe, cabalgando una mula matalona, o al pescante del correspondiente carromato, con su séquito de bufón y de un propio que aporreaba bombo y platillo para llamar la atención de todo el pueblo.
Dado que simultaneaban, además, los oficios de barbero y de sangrador, A QUIEN LE DUELE LA MUELA, VAYA ONDE EL BARBERO, los refranes sólo atienden a estas funciones olvidando piadosamente la de desempedradores de bocas ajenas. Únicamente recordamos el dicho popular de HABLAS MÁS QUE UN SACAMUELAS, que enlaza perfectamente con la condición charlatanesca de estos precursores de la ciencia odontológica que, sin duda, vendría muy bien para relajar un tanto con su verborrea incansable a los atemorizados pacientes que aguardan turno para subir al sillón, quienes por otra parte tampoco se pintan despejados en exceso, como EL QUE SE SACÓ LAS MUELAS, PORQUE LAS SACAUAN BARATO.
Pero dejemos ya a estos modestos prácticos de la tenacilla que, por no contar con poetas o historiadores que glosaran sus sangrientas hazañas, carecieron incluso del chispazo refranístico que dejase su recuerdo para la posteridad. Algo del terror que aún hoy, en plena era de la anestesia, experimenta el paciente en la silla del dentista, hay que cargarlo en el debe de esa gente de trueno y de esos fulleros que andaban siempre al borde del Santo Oficio o de los corchetes, y que de plaza en plaza o de feria en feria, dejaron la noble ciencia de la Odontología a los pies de los caballos. De ahí que a principios del siglo XVI no faltaran quejas del estilo de POR SACAR LA MUELA MALA, SACARON LA BUENA Y DEXARON LA MALA, o EL HERRERO DE CUERUA, QUE SACAUA LAS MUELAS SIN HIERRO.
Vamos viendo que, aunque en todo momento estamos hablando de Ciencias de la Salud, la literatura popular se centra de forma preferente en la figura del médico, de todas forma el mundo de la Farmacia anda también con frecuencia de boca en boca en los dichos populares.
Centrándonos ya en el personaje del boticario y en la consideración que para el vulgo ha merecido a lo largo de los siglos, debemos reconocer con Luis Combet que es muy parecida a la del médico de quien es considerado como una suerte de cómplice o de auxiliar, HARAGÁN Y CONSEJERO, MÉDICO Y ESPECIERO. Dado lo tardío de su separación como especialidad independiente del tronco de la medicina, no alcanza a registrar ninguna mención en las primitivas colecciones medievales y pierde, por lo tanto, la oportunidad de escuchar las sentencias laudatorias de la época que vimos se dedicaban a los médicos. Con la llegada de los refraneros del XVI empieza ya a mencionarse al boticario quien, por otra parte, recibe igualmente las feroces invectivas de los detractores de las profesiones sanitarias: DE DOS NO AY QUE FIAR, DE MÉDICO INDOCTO Y ALQUIMISTA ROTO, o el dicho RE, RE, ROBA TÚ, QUE YO ROBARÉ, que hace burla del recipe del médico en la receta que dirige al boticario, si bien en otras mazadas se acepta igualmente que LA LLAUE DEL PLEYTO EN EL ESCRIUANO, Y LA DEL MÉDICO EN EL BOTICARIO.
Con más o menos oscilaciones, la consideración popular hacia el oficio de componedor de medicinas puede decirse que no ha sufrido hasta el presente muchas variaciones. No estamos muy de acuerdo con lo que sostiene el Dr. Castillo de Lucas , en el sentido de que el mostrador de la botica establecía una suerte de distancia entre el farmacéutico y la clientela que, admirada de sus manipulaciones con morteros y redomas, respetaba la profesión y la libraba de burlas y sátiras que, sin embargo, caían implacables sobre los galenos, cuyo directo contacto con el paciente les hacía ser juzgados mucho más despiadadamente en sus errores. Creemos nosotros, sin embargo, que ambos oficios merecen hoy por hoy del Refranero muchas más críticas que satisfacciones: ALMIREZ DE BOTICARIO, EL ECO EN EL CAMPANARIO, o DONDE NO HAY BOTICARIOS NI MÉDICOS, LOS HOMBRES SE MUEREN DE VIEJOS. Todo lo más, se aceptan como mal menor al reconocer que LA MUJER, EL PERRO, EL MÉDICO Y EL BOTICARIO, SON CUATRO MALES NECESARIOS.
Entre las facetas más sobresalientes del refranero farmacéutico, tenemos por ejemplo la complicada jerga que se cruzaban con los médicos y que según David-Peyre , en opinión que compartimos, tiene un doble origen: por un lado el hecho de que determinados ingredientes, por su toxicidad, solamente debían ser manipulados por boticarios bien ejercitados y no por cualquier practicante; y por otro dificultar a charlatanes y curanderos acceder a su contenido, y poder así copiarlas y utilizarlas por su cuenta. Por todo ello acostumbraban a redactarse en latín y con giros y signos ininteligibles para los profanos, por eso A LETRA DE MÉDICO, OJO DE BOTICARIO. Aunque también había que tener mucho cuidado, pues la menor equivocación en la interpretación de la receta podía tener funestas consecuencias: UN QUI PRO QUO DEL BOTICARIO, ECHA UN HOMBRE AL OTRO BARRIO.
Como siempre, la cuestión de los honorarios es ampliamente debatida en las sentencias españolas. Además de la curiosa preferencia por los boticarios de costumbres sedentarias que no se muevan del pueblo y que estén en todo momento dispuestos a componer los remedios, EL BUEN BOTICARIO HA DE TENER CUATRO CES : CIENCIA, CONCIENCIA, CAPITAL Y COJERA. Vemos igualmente que se inclinan los refranes por que dispongan de una sólida posición económica, que les permita tener siempre bien surtidas de especímenes las anaquelerías y no tener que decir lo de ¡AY!, LA BOTICA DEL NO HAY , y, sobre todo, el preciado estante donde guardaban los simples más peligrosos y caros, de donde se viene aquello tan conocido COMO PEDRADA EN OJO DE BOTICARIO. Si bien no falta un punto de envidia cuando se dice, para censurar el rápido enriquecimiento de alguno, que se ha hecho a base de COMPRAR A ALFORJAS Y VENDER A ONZAS.
En cuanto a la Veterinaria , decir que bastante cuidado tienen varias paremias en delimitar las diferencias entre las distintas denominaciones que ha merecido a lo largo de los siglos, aunque algunos opinen que ALBEITERÍA, MARISCALERÍA Y VETERINARIA, TRES COSAS SUENAN Y SON UNA COSA MISMA, otros más entienden que ALBEITAR DE ANTAÑO, VETERINARIO DE HOGAÑO; ÉSTE CONOCE LA CIENCIA, AQUEL ES UN MENTECATO. Bueno, no parece que la diferencia sea tan radical, pues aunque durante siglos el herrador o mariscal sabía bastante de la conservación de la salud de los equinos y, en general, de todos los animales, desde el momento en que la disciplina encargada de esta función adquirió la consideración científica, la denominación de veterinaria se impuso arrumbando a las demás.
De nuevo nos encontramos con el tópico de las susceptibilidades hacia los jóvenes licenciados recién salidos de las aulas. Conservador a machamartillo, el Refranero una vez más entiende que VETERINARIO JOVEN Y POTRO, QUE LOS DOME OTRO, e incluso, ante las novedades terapéuticas aconseja que EL MARISCAL DILIGENTE, LAS NOVEDADES LAS COMPRUEBA PRUDENTE. De igual forma, le gusta recibir una correcta atención clínica del facultativo que visitará los animales en sus cuadras, ya que VETERINARIO CASINERO, NO LE GUSTA AL GANADERO.
Sobre su afición al bisturí prefiere cortar por lo sano cuanto antes, ya que ALBEITAR DE BLANDA MANO, EN LA HERIDA CRÍA GUSANOS, y en todo momento CONSEJO DE BUEN ALBEITAR: EXPLORAR, ESTUDIAR, PENSAR, Y SÓLO DESPUÉS RECETAR, advertencia que, ciertamente, cabe extender no sólo a las profesiones sanitarias que recetan medicamentos, sino a todas las facetas de la vida en general.
Tampoco queremos ignorar en nuestra lección las carreras de Enfermería y Fisioterapia, especialmente en un año en que las culminan las primeras promociones. Cierto que recogen una atención mucho más discreta en el Refranero, dado la relativa modernidad de su aparición como disciplina académica, pero de todas formas bien podemos aceptar que SALUD ES PARA EL ENFERMO LA ALEGRE CARA DEL ENFERMERO y, en verdad, que debe llevar en el rostro y en los ademanes toda la expresión de optimismo y confianza en el buen pronóstico. Y para glosar este refrán, nada como estos versos de Tirso de Molina:
"... que el que es bueno,
para hacer mejor su oficio,
ha de ser jovial, discreto,
curioso en talle y vestido,
para que alegre al enfermo,
y encajar de cuando en cuando
dos aforismos y cuentos".
Dentro de la Fisioterapia la Hidroterapía suele concitar bastantes coplillas, generalmente burlescas, como esta que se muestra harto reticente ante los baños de mar:
"No puede ser sano estar
casi desnudo, y sufrir
los lampreazos del mar
estornudando al entrar
y tiritando al salir".
Como tampoco se escapan de la burla despiadada los baños balnearios:
"Que se den un chapuzón
en los baños de impresión
y tomen chorros y duchas
esos que en el mundo son
medio hombres y medio truchas".
También puede leerse que:
"En la fuente con afán
toma el agua que le dan.
Y allí en un espacio breve,
sube, baja, eructa y bebe.
Pasea luego un poquillo,
y orina de tapadillo.
Vuelve a beber y a orinar,
y otra vez a pasear.
Y cuando el vientre le apura,
se remedia en la espesura ..."
A través de loas, aucas y coplas desfilan buena parte de las principales fuentes medicinales hispanas, como ejemplo sirva esta muestra dedicada a las de Archema, Paracuellos del Jiloca y otros lugares:
"Hay a orillas del Segura
un manantial que es de plata;
a muchos son los que cura
y a pocos son los que mata".
"El que tenga dolores,
que venga a Archena,
y si no se le quitan
ya se pasea".
"Vega hermosa del Jiloca
con tus sombríos nogales,
no envidies a la del Ebro;
más que ella mil veces vales".
"¡Oh, Virgen de Jaraba!
a estos tus baños
vienen muchos enfermos
y se van sanos".
"Carabaña y Otrusco,
Tielmes, Perales,
en quitando la iglesia,
cuatro corrales".
Sentido actual de la historia de la ciencia
Bien, estamos concluyendo ya este paseo refraneado por el mundo de la Enseñanza y de las Ciencias de la Salud, pero no queremos hacerlo sin hacer una mención explícita al sentido, a la importancia, que concedemos al acabado conocimiento de los aspectos históricos de las diferentes titulaciones que se alcanzan en nuestra Facultad de Ciencias Experimentales y de la Salud.
Y, para hacerlo con garantías, vamos a recabar el concurso de la opinión del fallecido profesor Pedro Laín Entralgo, de quien, respetuosamente a distancia, en este campo nos consideramos seguidores suyos. Con el gran maestro turolense estimamos que, adecuadamente aprendida, la Historia de la Ciencia en general y de sus distintas disciplinas en particular, en su conjunto ofrece al futuro licenciado una visión mucho más completa y amplia del bagaje intelectual que conforman todos sus conocimientos.
Por un lado la Integridad del saber , pues por rico que intelectualmente sea el puro presente de cualquier disciplina, no agota todo lo que sobre la misma ha llegado a saberse. Un ejemplo, hoy, siglos después de que las ideas de Hipócrates hayan pasado al más oscuro de los olvidos, en los debates que se plantea la sociedad en torno a cuestiones como el aborto o la eutanasia, no cabe duda que un correcto conocimiento de la medicina hipocrática, que propugna en todo momento dejar obrar a la naturaleza, ayudarla sin pretender alterar su curso orgánico o, en caso de riesgo, abstenerse totalmente de intervenir, encontramos una sólida base argumental que oponer frente a quienes, con gran ligereza, propugnan aquellos métodos cruentos.
Pero es también una cuestión de Dignidad moral , en el sentido de conocer y reconocer los méritos pretéritos que constituyen el cimiento intelectual de lo que hoy se conoce y se sabe, DE BIEN NACIDOS ES EL SER AGRADECIDOS.
De Claridad intelectual , porque la ejecución de tal o cual cuestión técnica en todo momento constituye la resolución personal y satisfactoria de un problema intelectual. Pues bien, la claridad mental que se precisa para ello se enriquece de forma considerable en el momento en que se conocen con cierto rigor los antecedentes del empeño en cuestión.
De Libertad mental , pues sabemos de sobra que con demasiada frecuencia se instalan en nuestros cerebros las ideas y las teorías vigentes en cada momento de forma escasamente reflexiva y meditada, lo cual, a no dudarlo, nos hace en exceso proclives al dogmatismo que acaba confundiendo "lo actualmente en vigor" con "lo definitivamente válido". Pues bien frente a esta estrechez de espíritu, nada hay que libere tanto como la contemplación del devenir histórico de la ciencia, donde al lado de hechos y de conceptos de vigencia perdurable vemos cómo surgen y se esfuman doctrinas que por un momento parecieron desafiar el paso del tiempo.
Finalmente, con un buen conocimiento del pasado de la ciencia, se puede alcanzar una cierta Opción a la originalidad , una suerte de saber personalizado y curioso. No nos cabe la menor duda de que cualquier investigación científica exige siempre conocer con algún detalle sus antecedentes, donde tal vez se hallen posibilidades intelectuales o técnicas no convenientemente utilizadas luego; sabemos asimismo de la capacidad de emulación que puede excitar un determinado logro científico convenientemente presentado, sin contar que, sin duda, yacen hoy sepultados interesantes hallazgos del pasado olvidados por la ciencia ulterior que están esperando la mano de estudioso que los desempolve.
Además, y esto ya es cosecha nuestra, estamos firmemente persuadidos de que la auténtica madurez de cualquier disciplina universitaria no se alcanza en toda su plenitud hasta que, además del puro conocimiento técnico, se conozcan igualmente sus facetas históricas, literarias o artísticas. Parafraseando a Letamendi bien podemos decir que SANITARIO QUE SÓLO DE SANIDAD SABE, NI AÚN SIQUIERA SANIDAD SABE. Se trata pues de formar nuevos profesionales en todas sus dimensiones, principalmente en la científica, sí, pero sin olvidar también la humana y cristiana, en la misma línea que propugnara un día quien detenta el patronímico de nuestra Universidad, Don Ángel Herrera.
No ignoramos que los saberes fundamentales de cada plan de estudios, asignaturas troncales según la nueva nomenclatura, constituyen, con diferencia, la parte más importante de los mismos, pero pretendemos, además, que se complementen, que se enriquezcan con su faceta humanística, dando a conocer con rigor y con orden en cada carrera la forma en que se ha llegado a conocer todo lo que al término de la misma se ha aprendido, al cabo SABER MUCHO Y TENER MUCHO SABER, UNA COSA PARECE Y DOS VIENEN A SER.
Hemos llegado ya al final de nuestra Lección. Lección que hemos entretejido con una muestra de refranes sobre la Enseñanza en general y sobre las Ciencias de la Salud, junto a algunas evocaciones personales en las que se entrecruzan recuerdos juveniles, con la experiencia de padre de alumno y, ya más recientemente, de profesor. Tenemos, pues, un conocimiento bastante acabado del devenir de esta Universidad, del excelente nivel de sus profesores y funcionarios, el "Factor humano" que diría el gran novelista Graham Green. Por eso, estamos en condiciones de pretender para nuestros alumnos, lo mismo que proclama ese antiguo refrán castellano que, en nuestra opinión, encierra todo un compendio de pedagogía: DOCTOS QUEREMOS, QUE DOCTORES HARTOS HABEMOS.